No creo que sea el Señor quien nos mantiene los ojos espirituales cerrados la mayor parte del tiempo. Nosotros como hijos de Dios somos llamados a ver con la vista espiritual. Tenemos que ver mas allá de los que nuestra vista simplemente nos proporciona. Nuestra visión es limitada pero Dios en su infinita gracia nos anima a que le pidamos una visión espiritual, para poder ver como nuestro Padre que está en los cielos ve.
Considero que en la medida que intimemos más y más con el Señor en oración, que anhelemos sus dones y su unción, nuestros ojos serán abiertos. De allí que la búsqueda de su presencia y el guardar su Palabra, nos llenan más y más de su presencia activándose así la manifestación de los dones y de su unción en nuestras vidas. Los ojos espiriuales mientras más busquemos del Señor más se abrirán, si nuestra comunión se mantiene en la zarza espiritualmente, más el Señor nos mostrará las cosas que los ojos físicos no pueden ver. Prueba de ello la tenemos en la historia de Eliseo y su criado Giezi.
¿Qué diferencia había entre estos dos hombres para que reaccionaran de maneras tan diferentes ante una situación de peligro? El que uno tenía sus ojos espirituales abiertos y el otro no. Esa historia es bien conocida. Sabemos que los ojos espirituales están escondidos de la vista humana y son dados por Dios para percibir y discernir las cosas de Dios. Los ojos espirituales son dados para vivir en un mundo espiritual, este es el propósito Eterno de Dios, debido a que el hombre natural no entiende las cosas espirituales. Por ello, se abren los ojos Físicos é Espirituales de Agar. Gn. 21:14-19; los ojos espirituales del profeta Balaam Nm. 22:21-28 y 22:31; los ojos Espirituales pero cerrados del siervo de Eliseo. 2 R. 6:15-17; los ojos cegados por la incredulidad en los discípulos de Emaús. Lc. 24:13-16,29-31 y por ello la oración del apóstol Pablo por la Iglesia en Ef. 1;17-19.
Busquemos con más pasión al Señor, vivamos en santidad y manténgamos EL ALTAR DE ORACIÓN ENCENDIDO en forma permanente como zarza y esos ojos espirituales serán abiertos a la realidad que nos rodea y el Señor nos inquietará a la oración intercesora de manera poderosa, nos hará saber las cosas que vendrán y lo que se está moviendo en los aires, lo que hay detrás de una conducta, de unas palabras, etc. Este es el tiempo de activar esos dones y esa presencia. Cuando analizamos los dones del Espíritu Santo: de poder, de revelación, de inspiración, y los anhelamos y buscamos, tendremos en ellos esa revelación más continua.