Prophecy Place (El lugar de la Profecía)
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MensajeTema: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 6:59 am

Evangelizar: más que palabras

Evangelizar: compartir la vida, el pan y la Palabra (I)

En Misión Evangélica Urbana, intentando seguir los ejemplos bíblicos, hemos aprendido que no evangeliza bien quien sólo comparte la Palabra. Aún conscientes de la necesidad de que el mensaje del Evangelio se verbalice y suene, iniciamos con esta frase una nueva serie sobre evangelización con el título general: “Evangelizar: compartir la vida, al pan y la Palabra”. La evangelización nunca se agota en la verbalización.

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El Evangelio implica mucho más que el mero compartir la Palabra, aun sabiendo de la importancia de ésta en todo acto evangelístico. Y es que, en el fondo, el que comparte la Palabra tiene que estar disponible y abierto a compartir mucho más. Evangelizar es aprender el arte de vivir compartiendo... como Jesús. De ahí que el auténtico acto evangelístico integral sea el compartir la vida, el pan y la Palabra.

Por eso, el auténtico evangelista tiene que ser desprendido, abierto a la acogida del otro, a compartir con el otro, a ser receptivo y nunca mantenerse blindado en ningún tipo de prepotencia o superioridad ante nadie. El evangelista tiene que ser un ser libre que no se sienta esclavizado por el apego a ningún tipo de pertenencia. Si las tiene, debe estar dispuesto a saber prescindir de ellas cuando sea necesario y debe estar abierto a compartirlas siempre que el momento lo demande. Quien no está dispuesto a compartir la vida y el pan, difícilmente va a saber compartir la Palabra, porque al usar la Palabra como espada del espíritu, deja entrever todas nuestras entretelas desde el hondón de nuestra alma y nos deja al descubierto tal y como somos.

Muchas veces la verbalización no tiene efectos evangelísticos porque carece de autenticidad y coherencia de vida. Sólo en la acogida incondicional, en el compartir, el otro que tenemos delante deja de ser un individuo más de la sociedad injusta y se nos convierte en un tú personal, en un tú con rostro humano, en un compañero... en un prójimo. Este es el lugar de la evangelización.

El lugar evangelístico para Jesús fue el de la identificación con los más débiles, los proscritos, los despreciados y los oprimidos. Jesús evangelizó para todos, ricos y pobres, pero no evangeliza nunca desde la prepotencia de los de arriba, de los asentados en el poder o en la riqueza, no evangeliza Jesús desde los integrados en la sociedad, sino que evangeliza desde abajo, desde su identificación con los humildes, desde la solidaridad con los desclasados y los tildados de pecadores, desde unos estilos de vida que le dejaban ver el rostro de la persona que evangelizaba, el rostro del otro con quien quería hermanarse.

La solidaridad con el prójimo es la que nos libera de los mecanismos que nos atan al poseer y nos traslada a la esfera de la comunión, de la común unión en donde la acogida y el compartir la vida, el pan y la Palabra es algo connatural que nos abre a la evangelización integral. Hablar sin esa comunión en donde la acogida y el compartir es algo connatural y no forzado, hablar sin estar dispuesto a compartir la vida, el pan y la Palabra, no es un auténtico acto evangelístico. Quizás sea por eso que la evangelización no avanza hasta convertir al mundo. No existe la entrega y el evangelizado no es para nosotros ese tú personal al que me debo de forma incondicional.

Muchas veces, en actos evangelísticos profesionalizados, rutinarios o realizados por organizaciones especializadas, puede permanecer el ego, la superioridad y la prepotencia que parece que lo que intenta es someter al Evangelio a las masas en vez de buscar el rostro del otro, del igual en dignidad, para acoger, ofrecer, compartir y, cómo no, recibir del otro en un acto de comunión mutua y dinámica. La superioridad del ego debe desaparecer en la Evangelización para dar paso a un deseo de sororidad universal, de búsqueda de fraternidad en la que quiero que el otro sea mi hermano y se salve junto conmigo. Cuando sucede esto, no se comparte sólo la Palabra. La vida y el pan, la mesa y la Palabra compartida se dejan caer como la fruta madura se ofrece al hambriento. Cuando estamos dispuestos a compartir sólo la Palabra, es posible que ni siquiera ésta se comparta en plenitud, en autenticidad y en verdad. No se da la evangelización integral.

Es por eso que toda la serie que vamos a escribir sobre evangelización, va a ir insistiendo en que se evangeliza desde la acogida, desde el compartir, desde el desprendimiento, desde la identificación con los pobres del mundo, desde la búsqueda de la justicia, desde el ejemplo y estilo de vida, desde los parámetros de la solidaridad y deseo de fraternidad entre los hombres, desde el acercamiento del Reino y sus valores en nuestro aquí y nuestro ahora, aunque aún nos quede por delante ese “todavía no” que nos falta para vivir los valores del Reino en plenitud.

A través de la evangelización, tenemos que ofrecer nuestra vida y nuestro pan en gratuidad, pues, de lo contrario, la Palabra no se verá con coherencia y se percibirá como falta de compromiso. La evangelización se da cuando acogemos y compartimos, cuando los individuos que componen la masa humana se nos convierten en personas con rostro humano que nos interpelan y nos animan a la búsqueda de la fraternidad. Porque, en el fondo, evangelizar es intentar, con la ayuda y el poder de Dios, convertir en hermano a todos aquellos que percibimos como individuos ajenos a nosotros mismos. En la evangelización no hago una renuncia ni un esfuerzo heroico para conseguir la igualdad fraterna entre todos, sino que tomo conciencia de que mi existencia está ligada a la de ese tú personal que me interpela. Me percibo igual a ellos al considerarme parte de una pertenencia común. Por eso la evangelización es una necesidad del creyente: ¡Ay de mí si no evangelizo!, diría el Apóstol San Pablo.

Todos somos criaturas del mismo Padre y, al ser consciente de ello, deseo que el otro sea mi hermano, un hijo de ese Padre con el que deseo vivir eternamente. Esa es la base de toda evangelización. De ahí que la entrega, la acogida y el compartir, además de la Palabra, la vida y el pan, sea algo lógico y coherente. Si no, no pretendas llamar ni hermano ni prójimo al que evangelizas. Será un simple usuario voluntario de tu actividad, escuchante de tu discurso que, quizás, no se eleve al cielo. Y, si alguien se salva y cambia, será un simple “a pesar de”... porque el Señor es misericordioso y nos usa a pesar de nuestras imperfecciones. Pero la meta del comunicador del Evangelio es ser “perfecto, como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Espero que de esto podáis intuir la línea de esta serie que hemos titulado: “Evangelizar: compartir la vida, el pan y la Palabra”.


Juan Simarro es Licenciado en Filosofía, escritor y director de Misión Evangélica Urbana de Madrid


© J. Simarro. ProtestanteDigital.com, 2005 (España).
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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 7:00 am

Punto de partida
Evangelizar: compartir la vida, el pan y la Palabra (II)

Como a lo largo de la serie, al hablar del proceso evangelístico, vamos a tocar temas evangelísticos en relación con la cultura, con la sociedad, con las estructuras sociales, con los pobres y con las víctimas del mundo, incluyendo las víctimas de la incredulidad, queremos dejar sentados unos puntos de partida, unas realidades fundantes, unas experiencias posibilitantes de la evangelización, sin las cuales el proceso evangelístico no sería tal. Son unos posibilitantes y experiencias fundantes de la evangelización que vamos a tener en cuenta en toda la serie. Será nuestro punto de partida y nuestra realidad fundante de toda la serie.

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Para ello, queremos dejar claro en este inicio, para recordarlo cuando entremos por otros horizontes en los que esperamos que nos acompañéis, que para evangelizar, para cumplir con La Gran Tarea -o Gran Comisión como dicen algunos- de llevar el Evangelio a todo el mundo, de ser testigos y proclamar La Buena Noticia y el nombre de Jesús, se necesita la experiencia de conversión, la obra del Espíritu de Dios en nuestras vidas. Esto estará presente en toda la serie.

Para evangelizar a una sociedad que, en gran parte, va de vuelta de muchos esfuerzos evangelísticos realizados en el pasado, para comunicar el Evangelio a una sociedad que ha pasado por grandes procesos de secularización y que parece que se va alejando de Dios progresivamente, para evangelizar a una sociedad a la que, quizás, en muchos casos, se le ha presentado un rostro falso de Dios y unas pautas de vivencia religiosa que, probablemente, no se corresponden con la auténtica vivencia de la espiritualidad cristiana genuina, para presentarles hoy el verdadero rostro del Dios vivo a personas que viven tantos tipos de idolatrías o vuelven a las experiencias de los falsos demonios del pasado, se necesitan hombres que vivan una auténtica y renovada experiencia de Dios. Por eso, aunque a lo largo de la serie, y según las temáticas que tratemos en relación con la evangelización, no se repitan machaconamente estos conceptos clave, siempre estarán presentes. Recordadlo.

Los puntos de partida de todo proceso evangelístico, las experiencias fundantes, las realidades posibilitantes de la evangelización, no son el reunirse para trazar nuevas estrategias evangelísticas -no se trata de vender un producto-, no es el hacer grandes inversiones en agencias evangelísticas que organicen y planifiquen cómo hacer que La Palabra llegue a todo el mundo, no se trata, como punto de partida, de evaluar si es más importante la palabra o la acción social evangelizadora, no se trata simplemente de ver si hay otros tipos de lenguajes o gestos que puedan comunicar mensajes que puedan comunicar más efectivamente que la simple verbalización, no se trata de traer evangelistas profesionales con líneas evangelísticas novedosas, no se trata de usar gente con gran capacidad para el trabajo, los viajes y la interpretación de las culturas. Es posible que de todo esto tratemos en la serie, pero las experiencias fundantes del proceso evangelísticos deben ser otras.

Lo fundante en el proceso evangelizador, lo que debe estar en el punto de partida, las experiencias posibilitantes de todo proceso evangelístico, es que la evangelización sea llevada a cabo por personas que han tenido un encuentro personal con Dios, guiados por el Espíritu de Dios, transformados por este Espíritu divino, el Consolador, que nos guía a toda verdad. De lo contrario, por mucha profesionalidad que haya en las agencias evangelizadoras, por mucha estrategia y planificación del proceso, por mucho que se hable, se explique y se lea La Palabra, quedará en letra muerta y caerá como nieve fría en los corazones de los escuchantes. Así, aunque analicemos en los próximos artículos diferentes temáticas y perspectivas en relación con la evangelización, siempre debemos estar apoyados en estas realidades fundantes.

Sin la fuerza del Espíritu y sin la experiencia de salvación de los que se comprometen en el proceso evangelístico, lo que llamamos evangelización será un proceso de hacer prosélitos, una actividad profesional propagandística que no cambiará los valores sociales ni los corazones de las personas. Una evangelización que, como máximo, hará devotos, cumplidores del ritual, personas que hacen una alabanza enlatada, congelada y de autoconsumo, personas con unos dones de autolucimiento. Crearemos religiosos que no están religados a la experiencia de la auténtica espiritualidad cristiana, religiosos que no están religados al Dios de la vida. Crearemos iglesias que quieren ser evangelizadoras sin estar evangelizadas, iglesias del antirreino que meten en su seno los valores antibíblicos y que viven como los que no tienen esperanza. No es ese el tipo de evangelización que nosotros vamos a defender a lo largo de esta serie.

La evangelización de la que queremos hablar, es la que surge de personas que han sido llenas del Espíritu de Dios y no pueden callar, de personas que, necesariamente, tienen que actuar y cambiar sus prioridades y estilos de vida, de personas con otros estilos de comportamiento… de personas que andan como vivos entre los muertos, personas que comparten y actualizan en el mundo la experiencia salvadora, que la hacen presente a Dios en las vidas de las personas, de las sociedades, de las culturas, que son solidarios con los pobres del mundo, con la justicia y con la paz, que llevan su influencia positiva y con nuevos valores a los focos de conflicto, que dignifican a los privados de dignidad y tienden una mano de liberación a las víctimas del mundo, sean víctimas de la incredulidad, de la pobreza, de la opresión o del sufrimiento. Personas que pueden reír con los que ríen y llorar con los que lloran.

Evangelizar es, con la ayuda del Espíritu de Dios, actualizar la experiencia de salvación, sea con La Palabra, con la acción, compartiendo la vida o compartiendo el pan. Evangelizar es llevar el poder de Dios a todo aquel que no cree.

Queremos que este artículo sea fundante de todo lo que va a venir después, se recuerde y se tenga en cuenta cuando entremos en las aristas y diferentes aspectos del proceso evangelístico que vamos a tratar a lo largo de la serie.

Esperamos que nos acompañéis en medio de todos los vericuetos en los que nos vamos a meter, pero esperamos también que no se nos confunda con comunicadores de una simple experiencia social que promociona humanamente a los hombres, buscando justicia, pero alejados de la auténtica vivencia de la espiritualidad cristiana, de la vivencia del Espíritu de Dios que mora en nosotros. Es por esta vivencia genuina que podemos evangelizar y hablar de evangelización como una experiencia de compartir la vida, el pan y la palabra, como experiencia salvadora, liberadora, transformadora y esperanzadora… con la visión y la ayuda que nos da el haber tenido un encuentro personal con nuestro Dios.

Sólo a Él queremos servir. Acordaos de estos puntos de partida posibilitantes de la evangelización que defenderemos en esta serie -aunque no los hagamos repetitivos-, serie que estará llena de matices diversos en cada artículo.
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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 7:02 am

El lenguaje evangelístico
Evangelizar: compartir la vida, el pan y la Palabra (III)

Muchas veces hablamos de la dificultad de que los evangelizados entiendan bien el lenguaje que usamos en la evangelización. He oído hablar en las iglesias de que tenemos un vocabulario para iniciados y que, cuando comunicamos el evangelio, hay muchas personas que tienen dificultades para entender y asumir ese vocabulario tan especial para iniciados. Sin embargo, además de inculturar y contextualizar nuestro lenguaje evangelístico, deberíamos también echar mano del lenguaje no verbal que usó Jesús, nuestro paradigma para la evangelización.


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Jesús agregó a la evangelización un lenguaje no verbal que fue determinante en su predicación del Evangelio, y que dio credibilidad a su palabra, un lenguaje de gestos concretos, de modos de ser, de signos, de señales y de milagros. ¿Podemos usar nosotros algo de este lenguaje no verbal?

En Jesús, la proclamación del mensaje iba unida a milagros, signos y señales, normalmente de rehabilitación y dignificación de las personas, que daban una garantía y credibilidad a sus palabras. No me cabe duda que hoy, los signos y señales que deben acompañar a la evangelización están también en línea con la rehabilitación y dignificación de las personas.

Lo que más nos ubica en esta línea de comunicación no verbal que debe unirse a La Palabra, es la acción social comprometida en defensa de los que sufren, de los pobres, de los desclasados y proscritos de la sociedad. Es uno de los “milagros”, signos y señales que todavía hoy podemos hacer, sin negar la posibilidad de que Dios, no nosotros, pueda seguir haciendo otros tipos de milagros que nos superan como humanos. Ahí tenemos un lenguaje no verbal que conforma una gramática muy especial, todo un estilo de comunicación que debe redundar en dar credibilidad a los mensajes comunicados a través de la gramática tradicional.

Nuestra palabra evangelizadora debe ir acompañada de gestos comprometidos siguiendo el ejemplo del Maestro. Gestos que son parte de la sintaxis evangelizadora y que conforman todo un lenguaje evangelístico.

El lenguaje evangelístico tiene una gramática compuesta de palabras y de hechos, palabras y hechos que implican que el evangelista esté lleno de amor y de misericordia, a la vez que de humildad sabiendo que todos los resultados evangelísticos no dependen de él, sino del Señor.

Los hechos y las palabras de Jesús, conformaban todo un modo de ser humano que iba conformando el lenguaje evangelístico. En el modo de ser, de comportase, de presentarse ante los demás con sus prioridades y estilos de vida, se podía apreciar toda una gramática evangelizadora. Para el evangelista, el lenguaje no verbal que constituye la manera de ser y de actuar, forma parte del lenguaje, de esa gramática, de esa sintaxis evangelizadora que acompañan, apoyan y dan credibilidad a la evangelización. Estas formas no verbales comunican tanto como la Palabra hablada.

Del amor y de la misericordia de Jesús, que impregnaban su evangelización, brotaba toda una manera de ser que comunicaba tanto como la palabra. Manera de ser, de vivir, de actuar. Formas de dirigirse a los demás, de compartir el pan, de preocuparse por las situaciones concretas de las personas que evangelizaba, de expulsar demonios que el evangelista hoy debe expulsar -y no me refiero a los exorcismos que algunos evangelistas practican hoy-. ¡Cuántos demonios son expulsados de las vidas de muchos a través de nuestra acción social misericordiosa, cuántos signos, cuántas señales, cuántos milagros dignificadores y rehabilitadores!

Estos signos y señales, este lenguaje no verbal evangelizador es necesario en la evangelización que el mundo necesita hoy, una evangelización que no da la espalda a los oprimidos, a los sufrientes del mundo, a los pobres y a los excluidos de los bienes de la humanidad y despojados de su dignidad. ¿Cómo se puede hablar de evangelización sin los signos y señales rehabilitadores de estos colectivos, sin proclamar justicia y sin añadir al anuncio la denuncia que forma parte de la gramática evangelizadora? El modo de ser-decir-hacer-denunciar-dignificar que da lugar a un talante y a un estilo de vida, es parte del lenguaje evangelizador. Estos modos de comportamiento que dan lugar a signos y señales muy especiales en relación con la dignificación de las personas, ya son modos de comportamiento evangelizadores. El evangelista que no cuida su modo de ser y de vivir y que no produce los signos, señales y milagros que derivan de este lenguaje evangelizador tan especial, no debe ser llamado evangelista.

De la mirada compasiva y misericordiosa de Jesús, de su palabra liberadora, de su modo de presentarse al mundo en solidaridad con los sufrientes, marginados y endemoniados por los demonios que brotan de las estructuras sociales injustas, brotaba todo el lenguaje evangelizador de Jesús que unía el ser al hacer, la comunicación de salvación eterna unida a la idea liberadora y salvadora de las situaciones de dolor y falta de dignidad a la que habían sido reducidas muchas personas. Su lenguaje evangelístico, era el lenguaje del amor, su gramática, la de la solidaridad con los sufrientes del mundo, su modo de ser y caminar por el mundo, el de ser una mano tendida de ayuda y de denuncia que le lleva a asumir la conflictividad que le llevará hasta la muerte.

Ese es el estilo evangelizador que el mundo necesita, esa es la gramática evangelizadora que debe enseñar la iglesia. La pedagogía de la evangelización misericordiosa que comparte la vida, el pan y La Palabra y que no sólo anuncia el Reino, sino que lo acerca y lo realiza entre los hombres, fundamentalmente entre los más débiles. Gramática evangelizadora impregnada de amor, un amor que unas veces se concretará en palabras, otras en lenguajes no verbales y otras en hecho liberadores, pero no de forma puntual y aislada, sino como elementos que forman parte del proceso evangelizador, de la gramática evangelizadora que nos puede llevar incluso a dar la vida por los demás.

Así de duro es aprender y practicar el lenguaje evangelizador, la gramática liberadora y salvadora.
Ayúdanos, Señor, a no ser cobardes y a poder asumir la gramática evangelizadora que emana del pesebre y que culmina en la cruz como signos de identificación con los pobres, humildes, pecadores, sufrientes de la tierra… y de entrega de vida.
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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 7:04 am

Cierto, pero no suficiente
Evangelizar: compartir la vida, el pan y la Palabra (IV)

Sin quitar ningún valor a la palabra, a la proclamación verbal del Evangelio, muchas veces tenemos que decir: “Cierto, pero no suficiente”. Y es que, en muchos casos, lo que la iglesia anuncia y verbaliza es cierto, está basado en la Palabra de Dios, pero falta la práctica de vida, la coherencia que las personas deben ver en los anunciadores que conforman la iglesia de Dios en la tierra. La proclamación del mensaje de salvación la hizo Jesús de una forma que no era sólo y puramente verbalización, sino todo un estilo de vida comprometido que se acompañó de signos y de milagros.

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Si analizamos los milagros y actuaciones de Jesús, veremos cómo había un objetivo esencial: la dignificación de las personas que podía comenzar o acabar con el mensaje de “tu fe te ha salvado”, salvación que no era sólo para el más allá, sino que comenzaba con la restauración del aquí y el ahora de las personas tocadas por el Evangelio liberador de Jesús. Jesús hacía operante su mensaje de salvación, tanto con su palabra como con sus hechos, con su vida, con su ejemplo de servicio, con sus prioridades.

La evangelización es todo un conjunto compacto en donde el mensaje, lanzado de una manera no avalada por el compromiso de vida, puede caer como nieve fría en los corazones de las personas objeto de nuestra evangelización. Le puede faltar la autoridad por la falta de signos de la vida comprometida del evangelizador y de los milagros que puede hacer hoy en su lucha de dignificación y liberación de las personas humilladas, oprimidas e injustamente tratadas, excluidas de los bienes mínimos para vivir con dignidad. La falta de autoridad se nota demasiado hoy en muchas de las campañas evangelizadoras. También se nota esta falta de autoridad en la evangelización que se debe desprender de la vida diaria de la iglesia y de los creyentes que la componen.

La evangelización, siguiendo el ejemplo de Jesús, se debe hacer desde el escándalo de la injusticia y de la pobreza de tantos hombres sacrificados en el mundo hoy. La evangelización que no se da cuenta de este ingente escándalo y no denuncia, estará carente de los signos, señales y milagros que se demandan de toda fuente evangelizadora. Si analizamos la vida de Jesús, veremos que él lanzaba sus mensajes evangelizadores, para todos, ricos y pobres, desde su posicionamiento e identificación con los excluidos del mundo. La evangelización de la iglesia hoy no ha sabido evangelizar desde este posicionamiento. Si no rectifica, se apartará, así, de los estilos evangelizadores de Jesús.

En la evangelización se debe dar una conjunción de varios factores
: a) La proclamación que debe ser coincidente con la Palabra escrita. b) La proclamación que debe ser avalada con el ejemplo de vida comprometida del evangelizador. Debe cuidar sus estilos de vida y sus prioridades c) La proclamación no debe darse desencarnada de la vida de los hombres en su aquí y su ahora y, por tanto, debe caminar en línea con la denuncia de toda injusticia cometida contra el hombre al que queremos evangelizar. No podemos evangelizar de espaldas a los gritos de dolor de los pobres y oprimidos del mundo, de espaldas a los excluidos del sistema. Sería una evangelización insolidaria totalmente alejada de los parámetros evangelizadores del Maestro. d) La proclamación debe estar avalada por el compromiso de acción de los cristianos. Debe compartir el pan. Debemos de llegar a la práctica de una Diaconía que resulte avaladora de toda evangelización, debemos fomentar toda una acción social evangelizadora.

Así, lo hablado, lo escrito, el compromiso con la justicia que resulta denunciador de toda estructura de pecado e injusta del mundo y la acción social evangelizadora deben corresponderse recíprocamente formando todo un conjunto de palabra-estilo-ejemplo-compromiso-denuncia-acción evangelizadora.

Ahí estaría la mejor forma de proclamación del evangelio, porque he oído a pastores hablar de que lo importante es la proclamación, mientras que, insolidariamente, se refugian en el rito eclesial de espaldas al dolor de los hombres. Ahí ni hay proclamación ni hay nada, aunque lo que digan sea verdad. En estos casos es en el que debemos decir: lo que dice es cierto, pero no suficiente.

Decir la verdad de forma insolidaria, sin que cambie nuestras vidas y sin que ayude a transformar la realidad social en la que se desenvuelven tantos excluidos en el mundo, es peor que mentir. O, al menos, es ponerse en paralelo con los mentirosos del mundo. No somos consecuentes. La evangelización nunca puede ser insolidaria ni darse de espaldas al dolor de los oprimidos del mundo. Estaríamos falseando y empobreciendo el testimonio cristiano.

Así, el anuncio, la proclamación, debe estar apoyada en un testimonio comprometido de las fuentes evangelizadoras. Por tanto, nunca será buen evangelizador el que sólo usa en la evangelización la palabra. El evangelizador está llamado a compartir la vida, el pan y la Palabra de forma solidaria con los sufrientes del mundo, descendiendo hasta ellos, hasta el lugar donde están los pobres y excluidos y, desde este posicionamiento, siguiendo el ejemplo de Jesús, se verá autorizado para lanzar sus mensajes al mundo.

En cierta manera debe bajarse de su tren de la prosperidad y mancharse sus pies con el polvo del mundo. Es entonces cuando se podrá decir que dichosos son los pies de los que anuncian el Evangelio de paz. Paz que nunca se va a dar ni transmitir alejada de la justicia para con el prójimo.
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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 7:08 am

Pedagogía evangelística y Jesús

Evangelizar: compartir la vida, el pan y la Palabra (V)

Hemos hablado ya en algunos artículos sobre los métodos evangelizadores de Jesús, fundamentalmente sobre el hecho de que Jesús evangelizaba a todos desde su posicionamiento al lado de los más pobres, excluidos y proscritos, además de la evangelización que emanaba de sus estilos de vida, compromisos y prioridades. He pensado que quizás vendría bien ver algunos ejemplos de personas contactadas por Jesús o algunas de las parábolas que nos fueran iluminando también en torno a lo que podríamos llamar la pedagogía evangelística del Maestro.





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En algunos casos Jesús llamó con autoridad, como en el caso de Mateo, un hombre pecador, publicano. Jesús le sacó del banco de los tributos con un “sígueme”. Un hombre al que ningún religioso hubiera invitado a ser uno de sus seguidores y, menos aún, se hubiera sentado a comer con él. Sin embargo Jesús se sentó a la mesa con él rodeado de muchos otros publicanos y pecadores. En cierta manera, Jesús provocó a las gentes, a los escribas y fariseos, que jamás se hubieran sentado a la mesa con estos proscritos. Jesús, en su tarea evangelística, escandalizó a estos grupos hasta que estos religiosos, escribas y fariseos, no pudieron callarse.

Los escribas y fariseos se sintieron retados por esa forma evangelizadora de Jesús, que para ellos era provocación, y se enfrentan a los discípulos por seguir a un maestro que come con publicanos. Esta provocación escandalosa para los fariseos, resultó en un mensaje evangelístico de Jesús: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores”. Pocas veces, con nuestras actitudes no verbales, provocamos nosotros a las autoridades religiosas o políticas, pocas veces les escandalizamos ante gestos de solidaridad máxima con los pobres, con gestos límite con vistas a la dignificación de los proscritos, con gestos de amor a los más estigmatizados y pecadores, con gestos de bajarnos a la basura de la realidad para limpiar lo manchado. Nos falta valentía, novedad, reto, fuerza y frescura. Nos falta sentirnos libres para romper tabúes en solidaridad con los pobres y los perdidos, los marginados y los proscritos, los apuntados con el dedo como pecadores típicos. Nuestra evangelización, en la mayoría de los casos, no es buena noticia hoy para los pobres y proscritos.

Otro ejemplo puede ser Zaqueo. En la pedagogía evangelizadora de Jesús, no estaba sólo el dar mensajes explicativos. Jesús estaba atento a los anhelos de la gente, a sus deseos, a sus miradas, a sus búsquedas, a sus expectativas. En su pedagogía evangelística entraba el estar pendiente de las miradas de los hombres, especialmente de los proscritos, pues este era el caso también de Zaqueo, que era publicano -jefe de publicanos- y rico. Uno de los ricos que había hecho fortuna robando, defraudando. Jesús estuvo atento a la mirada y los anhelos de este rico proscrito. Zaqueo se subió a un árbol y, allí escondido, quiso ver a Jesús. ¡Quién se hubiera sentido aludido por la mirada de este rico publicano y despreciado, acumulador por rapiña, por despojo de los pobres a los que cobraba tributos excesivos!

Jesús estuvo atento a la búsqueda de este rico, a la mirada de este ladrón y acumulador, gente de gran dificultad para la conversión... como tantos ricos en el mundo. Jesús nos enseña en este caso: los ricos también pueden salvarse si se arrepienten y comparten lo ganado y lo robado, si redistribuyen el fruto de su despojo entre los pobres del mundo... fue el caso de Zaqueo que, al mandato de Jesús de que descendiera del árbol, obedeció y siguió a Jesús. Los ricos también podían convertirse: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (
Lc. 19:8), dijo Zaqueo a Jesús.

Si Jesús no hubiera estado pendiente y atento a las miradas y anhelos de la gente, de este ladrón enriquecido, no se hubiera dado esta conversión de un rico capaz de compartir para heredar el Reino. Los ricos también son hijos de Abraham -dijo Jesús- y buscó lo perdido entre ellos, también quería salvar lo perdido de entre los acumuladores.

A pesar de la dificultad, tanta como pasar un camello por el ojo de una aguja, los ricos también pueden convertirse y compartir lo ganado-robado-despojado. La evangelización podía alcanzar también a estos colectivos acumuladores a pesar de la gran dificultad que éstos encontraban: “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (
Lc. 19:10). Este fue el mensaje evangelizador que Jesús pudo dejar a la humanidad en relación con el rico Zaqueo. El Señor también pude tener misericordia de los opresores, los acumuladores, ladrones y enriquecidos con la escasez de los por ellos empobrecidos. Siempre hay esperanza. Lo importante para el evangelizador es estar atento a estas miradas, anhelos y vacíos que se dan en las personas, también en los ricos del mundo. Hay que tener gestos con ellos. Gestos liberadores que les ayuden a compartir y devolver por cuadruplicado lo robado al mundo, a los pobres del mundo. Las palabras no bastan.

No hay más espacio para seguir analizando casos para captar la pedagogía evangelizadora de Jesús. Podríamos analizar el caso del Buen Samaritano a través del cual Jesús da un mensaje evangelístico de acción: “Haz tú lo mismo”, como una respuesta a una pregunta por la salvación. La fe activa y misericordiosa para con el prójimo en necesidad. Método pedagógico que pone de relieve la importancia de la acción social evangelizadora.

El caso de la mujer samaritana, que no se consideraba sedienta, pero Jesús le hace entender que necesita del agua que Él puede darle. En el caso de esta mujer, Jesús, para evangelizar, rompe todas las convenciones y trabas sociales. Los judíos no se hablaban con los samaritanos, pero el amor que debe llevar como bagaje todo evangelista, rompe las barreras y condicionamientos sociales: raza, lengua, situación social, prohibiciones inhumanas... porque el Evangelio es nuevo y aparece como novedad que destruye toda barrera o estructura negativa o maligna. No hay fronteras ni impedimentos capaces de oponerse a la evangelización que brota del amor al prójimo. Jesús, rompiendo todo este bagaje social demoníaco, nos deja este mensaje: “El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (
Jn. 4:14).

Y así podríamos seguir con multitud de ejemplos que muestran la ardua tarea de la evangelización en un mundo desigual, injusto, insolidario y lleno de personas que esperan dignificación, también para su aquí y su ahora. Personas que miran a los cristianos esperando que éstos, en su evangelización, puedan compartir su vida y su pan... junto a la Palabra novedosa y radical, junto al mensaje verbalizado que reta denuncia y anuncia. Hay salvación para todos, aunque no todos se arrepientan, cambien y compartan.
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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 7:12 am

Muy oportuno estudio, Alabanza.
Poco se reflexiona en ello, es inusual.
No había escuchado algo así. Es una verdad que aunque lógica y presente, no nos detenemos a meditar. En verdad se cree que evangelizar es sólo decir el mensaje de la palabra...pero...¿la verdad de ese mensaje reflejado en nosotros? ¿la bondad de ese mensaje reflejado en nosotros? Quizás la evangelización perfecta sea la que primero hable por nuestro actuar y luego sea corroborado por el mensaje.
Algo parecido se ve en la publicidad comercial: se anuncia y promueve...
pero el producto que con confianza se busca es aquél que ya ha sido probado y recomendado.

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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 10:11 am

Voz en el desierto escribió:
Algo parecido se ve en la publicidad comercial: se anuncia y promueve...
pero el producto que con confianza se busca es aquél que ya ha sido probado y recomendado.

Me ha encantado esta frase Voz, acertadísima y muy aclaratoria.

En nuestro país la gente llega a Dios más facilmente a través del que lo ha probado pero que no intenta vendérselo. En un país tan materialista ya todo el mundo "ha probado todo" y "sabemos más que nadie" la vida de uno dice más que las propias palabras.

Aunque una advertencia: "No por eso dejemos nuestro evangelio a la altura del light-todo vale-que nadie se moleste- porque el evangelio de nuestro Señor Jesucristo es también fuego que revela la condición del corazón"

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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 11:40 am

GOZO escribió:
Voz en el desierto escribió:
Algo parecido se ve en la publicidad comercial: se anuncia y promueve...
pero el producto que con confianza se busca es aquél que ya ha sido probado y recomendado.

Me ha encantado esta frase Voz, acertadísima y muy aclaratoria.

En nuestro país la gente llega a Dios más facilmente a través del que lo ha probado pero que no intenta vendérselo. En un país tan materialista ya todo el mundo "ha probado todo" y "sabemos más que nadie" la vida de uno dice más que las propias palabras.

Aunque una advertencia: "No por eso dejemos nuestro evangelio a la altura del light-todo vale-que nadie se moleste- porque el evangelio de nuestro Señor Jesucristo es también fuego que revela la condición del corazón"

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Por todo ello, lo mejor que nos habla de cómo en una persona fluye el Espíritu de Dios es mediante su testimonio...
Yo veo el fluir de Dios más como una persona actúa con pulcritud, amor y justicia y que por ello Dios se manifieste en él ( se deje usar) y no al revés o sea que basta aceptar al Señor y que ya Él me moverá. Es raro, quizás, pero lo veo así. Me explico: Un buen testimonio no es tanto porque Dios lo haga en alguien; es porque alguien deje que Dios lo haga en él. Al menos en la amplitud estadística; exceptuando el actuar milagroso y especial de Dios. Si así no fuera, entonces todo el mundo andaría bien porque Dios anda bien. ¿Me entienden?

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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeMar Sep 30, 2008 1:25 pm

Voz en el desierto escribió:
GOZO escribió:
Voz en el desierto escribió:
Algo parecido se ve en la publicidad comercial: se anuncia y promueve...
pero el producto que con confianza se busca es aquél que ya ha sido probado y recomendado.

Me ha encantado esta frase Voz, acertadísima y muy aclaratoria.

En nuestro país la gente llega a Dios más facilmente a través del que lo ha probado pero que no intenta vendérselo. En un país tan materialista ya todo el mundo "ha probado todo" y "sabemos más que nadie" la vida de uno dice más que las propias palabras.

Aunque una advertencia: "No por eso dejemos nuestro evangelio a la altura del light-todo vale-que nadie se moleste- porque el evangelio de nuestro Señor Jesucristo es también fuego que revela la condición del corazón"

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Por todo ello, lo mejor que nos habla de cómo en una persona fluye el Espíritu de Dios es mediante su testimonio...
Yo veo el fluir de Dios más como una persona actúa con pulcritud, amor y justicia y que por ello Dios se manifieste en él ( se deje usar) y no al revés o sea que basta aceptar al Señor y que ya Él me moverá. Es raro, quizás, pero lo veo así. Me explico: Un buen testimonio no es tanto porque Dios lo haga en alguien; es porque alguien deje que Dios lo haga en él. Al menos en la amplitud estadística; exceptuando el actuar milagroso y especial de Dios. Si así no fuera, entonces todo el mundo andaría bien porque Dios anda bien. ¿Me entienden?

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No, claro, estoy de acuerdo. El hecho de tener a Jesús en nuestros corazones nos da la esperanza de cambio, pero en realidad de nuestra parte queda el dejar a Dios hacer Su trabajo en nosotros. Eso es lo que reflejamos como testimonio a otros: la obra, el carácter de Dios que se va forjando en uno.
Si no, sería obra humana, nuestra y en nosotros no hay nada bueno. El es el Unico bueno.

Juan 3:30: "Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe".

Sigamos evangelizando con nuestra vida, en palabra y en echos.
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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeMiér Oct 01, 2008 7:38 am

Cierto, Gozo,
A menudo observo esto:
Noto en muchos cristianos que creyendo agradar más a Dios dicen por ejemplo al recibir algún favor de otro hermano. Esto me lo dio Dios. Yo oré y lo recibo, sin ver mérito alguno en tal acción.
Dios no quiere robots sino gente que actúe conforme a sus mandamientos pero haciéndolo de su voluntat y corazón. Desde luego hay casos especiales como el de la viuda de Sarepta en que Dios pone en el corazón de la persona que atúe y sienta de tal modo de manera excepcional; ello para un propósito de Dios (1ª Rey 17:9) pero en la generalidad de la existencia Dios quiere que obremos a voluntad según su amor en nosotros ya que si una persona desea no ejerce el deber ser.

Cuando en Deuteronomio 8:11,18 dice el Señor

11
»Cuídate de no olvidarte de Jehová, tu Dios, para cumplir los mandamientos, decretos y estatutos que yo te ordeno hoy; 12no suceda que comas y te sacies, edifiques buenas casas y las habites, 13cuando tus vacas y tus ovejas aumenten, la plata y el oro se te multipliquen y todo lo que tengas se acreciente, 14se ensoberbezca tu corazón y te olvides de Jehová, tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; 15que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes venenosas y de escorpiones; que en una tierra de sed y sin agua te sacó agua de la roca del pedernal; 16que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien, 17y digas en tu corazón: "Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza"; 18sino acuérdate de Jehová, tu Dios, porque él es quien te da el poder para adquirir las riquezas, a fin de confirmar el pacto que juró a tus padres, como lo hace hoy.

Suele interpretarse como que Dios no reconoce el esfuerzo de cada quien, sino que el Señor lo hizo todo; pero Él aclara que no se olviden que en efecto cada quien hizo su esfuerzo y sin ese esfuerzo nada se logrará (excepto por milagro) pero que deben acordarse y tener muy en cuenta que si Dios no da la fuerza (salud y normalidad) no se podría hacer nada. Por eso dice que una vez que tienen esas fuerzas, entonces ellos pueden adquirir tales riquezas con la ayuda de Dios.

Notad esto: Dios dice: Sin mí nada podeís hacer; pero algún ateo puede decir. Pues yo no creo en Dios y he logardo todo esto. Pues yo le diría: En verdad allí no dice que debes creer en Dios para tener lo que tienes. Lo que dice es que sin Dios nada puedes hacer ni pudiste hacer lo que hiciste sin la mano de Dios. ¿Cómo? Dios te dio la salud que tienes. El diseñó tu cuerpo y permite que vivas. Basta una sola expresión de Su voluntada para que te fallen los órganos como en aquel caso de: ...necio hoy vienen por tu alma.
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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeJue Oct 02, 2008 10:16 am

Voz en el desierto escribió:

Suele interpretarse como que Dios no reconoce el esfuerzo de cada quien, sino que el Señor lo hizo todo; pero Él aclara que no se olviden que en efecto cada quien hizo su esfuerzo y sin ese esfuerzo nada se logrará (excepto por milagro) pero que deben acordarse y tener muy en cuenta que si Dios no da la fuerza (salud y normalidad) no se podría hacer nada. Por eso dice que una vez que tienen esas fuerzas, entonces ellos pueden adquirir tales riquezas con la ayuda de Dios.

Efecivamente. Creo que algunos de nosotros (quizá sólo sea en nuestro país) vamos de un extremo de la balanza a otro. O bien pensamos que la gente se entregó al Señor gracias a nuestro "discurso", "elocuencia" o "método evangelístico", o bien se lo dejamos todo al Señor y que El sea el que "convenza de pecado" sin nosotros proclamar el evangelio.

De cualquier modo yo creo que el Señor cuenta con Su iglesia. El se "arriesgó" al darnos libre albedrío y poder así aceptarle o no, se "arriesgó" al darnos el Ministerio de la Reconciliación, se "arriesgó" amándonos sabiendo que podíamos rechazarle, pero así es nuestro Dios. Lo hizo porque quiere estar cerca de nosotros y contar con nosotros.

Lo que yo encuentro en las escrituras cuando leo los evangelios son preguntas como: "...quieres ser sano..", "...¿me amas"?...", "....¿tienes fe?, veo que Jesús buscaba nuestra respuesta y en muchas ocasiones esa respuesta es proporcional al milagro que El quiere hacer por nosotros. Es como si la fe en Jesús provocara el milagro.

¿Que si nosotros tenemos que ver algo en demostrar al mundo el evangelio de Jesuscristo?, yo creo que sí y mucho. No por nuestras fuerzas pero sabemos que ...fe sin obras...

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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeJue Oct 02, 2008 9:41 pm

GOZO escribió:

¿Que si nosotros tenemos que ver algo en demostrar al mundo el evangelio de Jesuscristo?, yo creo que sí y mucho. No por nuestras fuerzas pero sabemos que ...fe sin obras...

Dios les bendiga
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[/size]

Precisamente cuando se dice por inspiración
de Dios: muéstrame tu fe por las obras pues la fe sin obras es
muerta...algunos dicen : no por fe para que nadie se gloríe. Y resulta
que no hay ninguna contradicción ya que la segunda se aplica cuando se
quiera anteponer cualquier acción por grande que sea a la muerte
expiatoria de Jesús ¡Bendito Su Nombre! y la primera a lo que el
cristiano debe producir una vez que es justificado.
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MensajeTema: Re: MÁS QUE PALABRAS.   MÁS QUE PALABRAS. Icon_minitimeSáb Oct 04, 2008 10:10 am

Voz en el desierto escribió:
GOZO escribió:

¿Que si nosotros tenemos que ver algo en demostrar al mundo el evangelio de Jesuscristo?, yo creo que sí y mucho. No por nuestras fuerzas pero sabemos que ...fe sin obras...

Dios les bendiga
GOZO
[/size]

Precisamente cuando se dice por inspiración
de Dios: muéstrame tu fe por las obras pues la fe sin obras es
muerta...algunos dicen : no por fe para que nadie se gloríe. Y resulta
que no hay ninguna contradicción ya que la segunda se aplica cuando se
quiera anteponer cualquier acción por grande que sea a la muerte
expiatoria de Jesús ¡Bendito Su Nombre! y la primera a lo que el
cristiano debe producir una vez que es justificado.

Cierto hermano Voz.

Por eso debemos leer todo el contexto de las Escrituras, no sacar e interpretar sólo para debatir sino pararnos a la luz de TODA LA ESCRITURA. No tenemos toda la interpretación ni la buscamos para ser mejores que otros, más bien aprovechamos de todas las enseñanzas para que no se desequilibre nuestra balanza.

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