El sistema de cosas nos ha enseñado a pensar sólo en nosotros mismos.
Quien se beneficia de la carga, sobrecarga al pobre burro y además le golpea cuando se cansa.
Aún habiendo pasado tantos años de aquella barbarie romana del coliseo,
hoy los tenemos y someten a grandes sufrimientos a los pobres toros
y luego de ver su agonía, le humillan cortándole oreja y rabo cual cabellera en tiempos ha.
He visto las lágrimas de un toro y han llamado las mías. Luego sacan en hombros al criminal y dicen ¿por qué Dios permite que por paga se acabe con un hombre en sicariato? ¡Bendita sea Costa Rica que prohibe esta práctica en su tierra y además no tiene ejército! ¿Habéis visto como desde allí se expande el Evangelio a todo el mundo?... ¡Un abismo llama a otro abismo a la voz de sus cascadas!
El hombre casado repudia a la mujer que le dio su juventud(Malaq2:15,16) y ya viéndola gastada por servirle a él y levantar sus hijos, se busca a otra más joven que a cambio de su cuerpo joven, devenga el dinero que la esposa necesita para sus propios hijos.
He visto con mis ojos en mis años que de nada valió al hombre imponer su orgullo ante su compañera, no viendo más allá de su propio interés, cuando ella como parte frágil se quedó sólo con las tiernas promesas del noviazgo. Bueno es al hombre dejar su postura egoísta y saber que cediendo gana el corazón distante y dolido y luego verá cuán dulces son sus amaneceres.
El líder religioso se jacta de su autoridad. Impone su estilo que grita sin necesidad al predicar pero al requerirse el grito ante la injusticia, calla o su voz luce apasible.
17 Habéis hecho
cansar a Jehová con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos
cansado? En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en
los tales se complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia? (Malaq 2:17)