para Elisa María 5 de enero por la noche
Hace poquitos días Faustino cumplió nueve años y su papá le regaló unos zapatos. Están bien bonitos los zapatos de Faustino; ora todos se le quedan mirando con tamaños ojotes cuando camina. Yo también quero unos zapatos como los de Faustino pero yo no tengo papá. Mi mamá dice que hay niños que no tienen papá porque no les hacen falta. También dice que hay mamases que valen más que todos los papases del mundo porque saben querer más a sus hijos. Mi mamá me quere mucho pero somos muy pobrecitos y no me puede comprar zapatos.
Mi mamá nomás esta jala y jala haciendo tortillas. Desde la noche pone a jervir el máis en un bote grandote. Muy temprano en la mañana muele todo el nixtamal en el metate. A mi me gusta ver como se pone a tortear con sus manos la masa suavecita hasta ponerla redondita redondita como la luna cuando se pone llena. Se pasa las tortillas de una mano a otra, meciéndolas, como si las acariciara, para luego extenderlas en el comal de barro que mercó cuando la feria. En cuanto termina de cocerlas las pone en el canasto y se va a venderlas para cumplir con los entregos. Si le sobran se va al parián y ahí se queda sentadita en la banqueta hasta que se le terminan.
La gente le da muy poquitos centavos a mi mamá por sus tortillas; se gasta todos sus centavitos en comprar frijoles y un poquito de arroz para la comedera. A mi me gusta tomarme el caldito de los frijoles muy espesito, por eso estoy chapeado por el caldito que me da mi mamá. En veces, cuando los frijoles están jirviendo, l’echa al jarro un güevo de gallina y no lo saca hasta que se le pone duro lo de adentro, luego le quita la cáscara para que me lo coma para ponerme juerte y poder tener muchos hijos, porque si me quedo flaquito me haré tullido y no podré tener hijos cuando sea grande.
Ya sé a lo que sabe la carne de gallina. Un día vino Vicenta y le trajo a mi mamá un pedazo de pollo frito, a mi me dio la piernita y estaba bien güena. Vicenta a veces nos trae cosas. Hoy en la tardecita, cuando andaba jugando fuera del jacal, vide de lejecitos que le dio a mi mamá un pedazo de rosca de las que ella hace para la fiesta de reyes.
Yo le ayudo a mi mamá cuando va al monte a juntar troncos secos y pedazos de tablas que la gente arrechola en los tiraderos. La leña de mezquite es la que hace mejor lumbre para cocer las tortillas. Mi mamá le saca los leños a los mezquites dándoles mandurriazos con el hacha. Ella tiene el cuero de las rodillas duro duro de tanto estar arrodillada en el suelo moliendo en el metate. Se está haciendo jorobada por el mugroso metate. Es por eso que le dan unos dolores muy juertes en el espinazo; yo le unto aceitito alcanforado en el lomo pero ni así se le quitan los dolores. En la noche no me deja dormir por la tos que le agarra, nomás está tose y tose. La gente dice que está tosienta porque está afectada; por eso mucha gente ya no le quere comprar sus tortillas.
Mañana los muchachos se van a poner verdes de envidia cuando me vean con mis zapatos puestos. Hoy en la noche vienen los Reyes Magos a traerle regalos a los niños que se portan bien; yo me porto bien y nunca me peleo con naiden ni hago rabiar a mi mamá. Les rezo mucho a los Reyes pidiéndoles que me traigan mis zapatos. El año pasado a Faustino le trajeron un pito de barro y una cornetita de hojalata. Faustino es bien güeno conmigo y me presta sus juguetes para que yo también esté pitando junto con él.
Nomás se hizo de noche me vine a dormir temprano. Por eso estoy aquí echadito en mi petate para dormirme pronto. Antes de acostarme me lavé bien los pieses para no ensuciar los zapatos mañana cuando me los ponga. Tengo las patas todas rajadas por el frío y de tanto pisar el agua puerca y las piedras filosas. Me pongo bien contento porque ya no voy a volver a pisar los charcos con los pieses descalzos. De repente se me viene la risa cuando pienso en la sorpresa que se va a llevar mi mamá cuando me vea con mis zapatos puestos.
6 de enero por la mañana.
Ni cuenta me di cuando me vino el sueño, sólo recordé cuando muy tempranito escuché la voz de mamá que me decía:
Paco... Paquito, levántate hijo, mira lo que te trajeron los Santos Reyes!
Abrí los ojos y ahí estaba mamá con el brazo extendido ofreciéndome en un platito un pedazo de pan. No me dijo la verdad; es el mismo pedazo de pan que Vicenta le había dado en la tardecita. Yo pensé que se lo había comido ella solita, sin convidarme, y ahora me lo da a mí por ser día de reyes.
Los Reyes regalan cosas güenas a los niños porque los queren mucho. De nada me sirvió estar rece y rece para que me trajeran mis zapatitos. Yo por eso digo que los Reyes Magos... a mí no me queren.
Enrique Galván Garza
Monterrey, Nuevo León México.
P.D.Cuento premiado con el primer lugar en el Primer certamen de relato corto “Valentín Palacio” convocado por Izquierda Unida de Pola de Siero, Asturias; España. Fue traducido al asturiano y difundido por los medios españoles tanto en castellano como en lengua asturiana.