Entender lo profético y por ende a los profetas, no suele ser fácil aunque debe serlo si nos guiamos por las Escrituras. Analicemos esto:
1 Reyes 22:8
8 El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay un varón por el cual podríamos consultar a Jehová, Micaías hijo de Imla; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal. Y Josafat dijo: No hable el rey así.
La gente suele entender la profecía como un instrumento para manipular las cosas y lograr que salgan bien. Entonces se hacen proclamas o decretos o actos que propendan a atraer las cosas: Habría que responder quien lo hace si Dios le dijo que hiciera aquello y entonces sería de Dios; si no, simplemente sería algo que se llama profético sin serlo porque profecía es un mensaje o instrucción de Dios En varias ocasiones en congregaciones a donde me invitaron a predicar los pastores me pidieron hacer algo en especial y yo estaba claro en que Dios no me había puestio a hacer o decir eso. Desde luego eso no gustó cuando no lo hice . ¿Qué hacer entonces? ¿Complacer a la persona o a Dios? Por eso comencé diciendo que debería ser fácil entender estas cosas si tenemos claro lo que ha sucedido en tantos casos bíblicos pues a vosostros os parece que allí está la vida eterna y por tanto, la verdad. ¿No dice la Palabra que a un profeta Dios le dijo que no recibiera alimento en un lugar y no se volviera por el mismo camino y él hizo fue conforme le dijo el hombre (dizque de parte de Dios) y esto le costó la vida? ¿No sigue diciendo el mismo pasaje antes leído que el rey indujo a Micaías a que dijera lo que quería oir y Micaías así lo hizo y después lo puso en duda el rey y pidió la verdad y el profeta le dijo la verdad que no quería escuchar?¿Qué hubiera pasado si el profeta no le dice la verdad al rey David por caerle bien?.
Si un profeta en su mover no cae bien y otro resulta agradable por lo que habla, lo más probable es que el primero sea el verdadero. El asunto de todo esto no es si guste o no; es si se ha rechazado los mensajes que Dios haya dado (Jeremías 28:8-9)