Hace unos días trabajé todo el fin de semana explicándole física a una muchacha, teniendo otras cosas que hacer, pero me gané un buen dinero que pensaba utilizar para muchas cosas, comprarme unos zapatos para mi nuevo trabajo (¡ehh tendré nuevo trabajo!), ir a la iglesia que me gusta, ya que a mi mamá le da miedo que vaya en transporte público entonces debo ir en taxi, y muchas cosas más...
Bueno, un día me bajé del autobús de la universidad y en el proceso deje la cartera con el dinero... Cuando me dí cuenta pensé, ni un pelo de mi cabeza cae sin que el Señor lo permita, y recordé a Eliseo "Si este mal viene de Jehová, ¿para qué evitarlo?" Pero tenía esperanzas de ver mi cartera con el dinero.
La cartera apareció al día siguiente, me la dió el chofer, pero sin nada de dinero...
Y para colmo, ese día tuve que terminar la tesis, tenía que imprimir y reimprimir páginas en la calle por cada corrección final que me ponían los tutores, caminé como nunca, corrí, pasé rabias... Y al final me quedé sólo con el pasaje para regresar a mi casa, mis amigos no estaban por allí para que me pudieran prestar dinero (o una impresora) y no pude entregar la tesis.
Al final le dije al Señor, si es una prueba para ver si niego tu nombre, pues está fácil, pero si es una prueba de fe, ya raspé. Perdí las esperanzas de seguir por un tiempo, orando sentí ayuda del Señor y bueno... las cosas mejoraron un poco más.
En la noche, monté unas salchichas con bastante fuego en un sartén con agua, en el momento sentía una sensación de fe que rara vez he sentido durante los ayunos. Me fui y me olvidé de la cocina, cuando me acordé y vi ya era casi una sopa. Tomé una salchicha con un tenedor y la sacudí, pero le di tan duro que se cayó en el sartén y salpiqué toda la pared, la mesa de al lado y mi brazo izquierdo y franela. El brazo me ardió bastante, lo que uno ve que la gente hace es echarse agua fría, pero cuando vi el brazo mojado sentí fe y me dejó de arder en el acto. Después seguí preparándome los perros calientes con el brazo mojado, no me lo quise secar para probarme a mí mismo el poder de Dios, sabía que me estaba sanando. Cuando terminé, me vi el brazo y tenía una parte hinchada, y otra roja con forma de gotas de agua, me puse la mano derecha sobre el brazo y oré al Señor para que me sanara. Me comí mis perros y cuando volví a ver el brazo estaba normal, la piel del mismo color y ningún dolor. ¡Gloria a Dios!. Creo que todo este desierto produjo obras de fe para que el Señor mostrara Su poder.
Sobre el asunto del robo, la maldición no viene sin causa. Cuando era niño me robaron un perro Husky Siberiano, y maldije con todas mis ganas a cualquier hombre que me lo hubiese robado. Si bien una vez me arrepentí, no declaré bendición sobre la persona para atar la maldición que había sobre mí. Esta vez el Espíritu me hizo recordar el asunto, y declaré bendición también sobre quien quiera que me haya quitado el dinero, y el asunto estará enterrado.
¡Quizás haya sido el dinero mejor robado que yo haya escuchado! Porque en medio de grandes dificultades, mayor es la salvación y gloria del Señor. Gracias Padre por amarme y desatar tus bendiciones.
No tengo necesidad de médico, el Señor Jesús es mi médico y lo será para mi familia y oraré para que el reino de los cielos se manifieste entre nosotros con poder y gloria del Señor, para que vean que Jesús, quien antes sanaba, echaba fuera demonios, profetizaba y revelaba lo oculto en los hombres, hoy también camina entre nosotros, y sigue sanando a todos los enfermos que se acercan a Él, y sigue compadeciéndose por las viudas que pierden a sus hijos por causa de la muerte, y seguirá resucitando a hombres y mujeres para manifestar Su poder, que el Dios y Rey de Reyes, está predicando la salvación pués pronto viene para ordenar todas las cosas, atar al enemigo que nos tienta a hacer el mal y reinar eternamente.
Ven Señor Jesús, que se oiga salvación en Sión, que se desate Tu poder sobrenatural sobre los cielos, las estrellas, la luna, el mar, el suelo, las piedras, ven Señor Jesús. A tí sea la gloria y Tu nombre sea santificado. Amén.