Una canción popular de hace veinte años parecía referirse a lo mismo cuando decía: No puedes agradar a todo el mundo, agrádate a ti mismo. Sin embargo, el cristiano debe apuntar más alto: No intentes agradar a nadie más que al Señor. Sigue sus pisadas, guarda sus mandamientos y esfuérzate al máximo por cumplir su divina voluntad en cuanto a tu vida. Al final, agradar a Dios es lo único que importa.
No conozco la clave del éxito, pero la llave del fracaso es tratar de agradar a todos.
Mateo 6:24
"Nadie puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro".