Hoy iba en bus y me estaba quedando dormido, cuando tuve una visión o dormido un sueño, en que veía que por fuera de la ventana había una bolsa, que volaba junto a mí, yo estaba sentado en el autobús.
La bolsa siendo llevada por el viento en sintonía con mi cuerpo, es representación de mi espíritu siendo guiado por el Espíritu Santo:
Juan 3:8 El viento sopla por donde quiere, y aunque oyes su ruido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así son también todos los que nacen del Espíritu.
Entendí la visión: Dios nos ha hecho espirituales para que oigamos Su voz, le veamos, vivamos en comunión con Él y seamos dirigidos por Su Santo Espíritu. Pero el llevar cargas en el mundo nos hace pesados para ser llevados por el Espíritu Santo. Así como una bolsa llena no es llevada por un viento, así el creyente atado al pecado y a las cosas del mundo (familiares, amigos, trabajo, un club, el dinero) no puede ser guiado como Dios desea.
Hay que deshacernos de todo para recibir el propósito y llamado de Dios, pues mientras seams pesados para cargar, no podremos ser guiados por el Espíritu Santo.
Además las bolsas se hicieron para ser llenas, nuestros cuerpos, mentes, corazones, almas y espíritus fueron hechos para vivir en comunión con Dios y participar de Su naturaleza divina (2 Pedro 1:4), por lo cual el mismo Espíritu que reposó en Jesucristo y sobre Jesucristo para llevarlo a hacer las obras que hizo, nos ha sido dado. Somos contenedores del regalo divino: El Espíritu Santo, y debemos llevar las cargas de Dios por las almas perdidas, ¡Eso exige mucho espacio! Ajetreados en el dinero, en las cosas vanas, en las modas pasajeras, ocupamos mucho espacio que bien podría ser útil para la gloria de Dios.
Hay un yugo que nos pone Jesucristo, es tan grande que te quita el yugo de la esclavitud del pecado, pero es tan fuerte que exige ser llevado sin ninguna otra carga de competencia. Su yugo es ligero y fácil de llevar, pero exige estar desligado de cualquier otro yugo.
Podemos amar a nuestras familias, trabajar en nuestro sustento, pero cuando Dios hace el llamado, Él es prioridad, y la gente no entenderá cómo dejamos todo para salir corriendo a obedecer un mandato divino, pero de eso se trata ser nacido del Espíritu; el mundo no lo conoce, por lo que menos lo entenderá. La bolsa en el aire no lleva el rumbo que ella quiere, sino el que le indica el viento. No somos señores de nuestros vidas y lo primero que debemos hacer para agradar a Dios y ser guiados por el Espíritu Santo es vaciarnos de nosotros mismos.