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Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce
en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.
11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.
El jugo de limón es una deliciosa mezcla de dulce y amargo. Recuerdo a
un gran profeta ya fallecido. Fui a su casa porque iba a acompañar a
otro profeta que partía rumbo a USA. Se despedía de su mentor
ministerial. Ese día le pedí al Señor, confirmación de mi ministerio. No
abriría mi boca; sólo esperaría. Estábamos almorzando y me puso a
escoger entre dos jugos. Preferí el de limón. Me dijo : a los profetas
por naturaleza les gusta las frutas amargas.
La exhortación es amarga pero en su esencia es dulce. La consolación
es dulce después de algo amargo. La edificación es la resultante como
el jugo de limón: su mezcla es reconfortante y buena a la luz de Dios
aunque sea amarga la corrección.
El ser espiritual discierne lo que es bueno y lo que es malo. Debemos
seguir la guianza del Espíritu Santo para saber colocar cada cosa en su
lugar. Bien está escrito:
!!Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de
la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por
dulce, y lo dulce por amargo! (Isaías 5:20)