Hace unos días pasé por uno de esos días en que piensas que pasarán a la historia como "uno de los peores"; en la noche al orar con Dios dije algo que pienso fue lo que movió al Señor a obrar de esa forma, me dirigí a Él con tristeza diciéndole lo que verdaderamente sentía, es esa sensación que uno tenía cuando era niño de que su hogar ya no era un sitio seguro, de que había perdido la calma del hogar; cuando yo tenía problemas en la escuela el saber que ya iba a casa me daba tranquilidad porque estaba en un lugar de estabilidad y mis papás me ofrecían toda la protección que necesitaba.
Bueno eso era lo que sentía esa noche, había perdido esa tranquilidad y me imaginaba parado sobre la nada, así que le dijo a Dios todo esto, pero luego me detuve y me corregí: Bueno Señor, en realidad mi casa es donde estés Tú, no este lugar físico. Pero mi alma estaba convencida de todo lo que ya sentía y decía, así que aunque dije al final una verdad, me mentía a mi mismo.
Al día siguiente fui a la iglesia y al entrar empecé a saludar a ciertas personas, cuando me pude sentar recordé un sueño que tuve una vez en que saludaba a estas personas y luego salía del lugar y empezaba a volar más alto y más alto, hasta llegar a un sitio sobre las nubes en que había un mar cristalino (muy claro y pacífico) y allí me arrodillaba adorando a Dios, y luego este mar crecía y del lado izquierdo y derecho venían como manantiales, dos corrientes de agua transparentes que se reunían justo donde estaba arrodillado, y no se filtraban hacia ningún lado ni se elevaban de nivel, al frente tenía un gran portón de rejas, y a través de él veía hacia abajo el lugar donde estaba antes.
Bueno se me ocurrió pensar que ese sueño se cumpliría, y yo pensaba que necesitaba algo de Dios que me consolara o me diera dirección para saber qué hacer con tanto problema.
Empezó la alabanza y poco a poco empecé a orar alabando a Dios, hasta que se volvió una alabanza guiada por el Espíritu Santo; y luego empezaron a cantar "Bendito sea el Señor"
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Como si me hubiesen agarrado y llevado delante del trono de Dios, sentí que todo había terminado, ya no había más tierra ni familiares ni preocupación por su salvación, sólo estaba allí recibiendo de Dios la realidad que esa era mi casa, en donde estaba Su presencia, sentía esa seguridad tremenda que tenía de niño cuando llegaba a mi casa, pero en mi espíritu, toda duda se fue y luego lloré con mucha fuerza porque no quería volver a la vida diaria, no quería esperar a que pasaran decenas de años a que la muerte del cuerpo llegara para ser llevado nuevamente a esa presencia de Dios y estar por siempre delante de Su gloria y protección. Ha sido la experiencia más grande que he tenido con el Señor, la verdad estaba consciente en todo tiempo que estaba en la iglesia, que estaba parado y que mi mano derecha estaba alzada, pero realmente mi espíritu estaba en el cielo delante de la presencia de Dios, aunque con los ojos cerrados porque no tuve visiones ni nada.
Al terminar la alabanza la presencia de Dios cedió y me sentí saciado en mi alma como cuando el cuerpo ha comido bien y suficiente.
Mi casa es donde está la presencia de Dios, ya no me queda duda.
Gracias Señor por protegerme y cuidarme como buen Padre. A Dios sea la gloria, la honra, el poder y mil gracias.
Y bueno les quise compartir este testimonio como la gente recomienda todo buen remedio. Dios los bendiga también.