Prophecy Place (El lugar de la Profecía)
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 LA GUERRA SANTA - David Chilton

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Jose Hector Ruiz

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MensajeTema: LA GUERRA SANTA - David Chilton   LA GUERRA SANTA - David Chilton Icon_minitimeMar Ago 30, 2011 10:49 pm

LA GUERRA SANTA

Como hemos notado, el libro de Apocalipsis está organizado en términos de la estructura de tratado en cinco partes del pacto bíblico. El capítulo 12 cae dentro de las cuatro principales series de visiones (trompetas), que proclaman el juicio de Dios sobre el falso rey y el falso profeta (capítulos 8-14). Pero el capítulo 12 marca la intersección de esta quíntuple estructura con otro modelo dominante en el libro: el tema del Esposo y la Esposa. Los capítulos 1-11 tratan de la victoria de Cristo sobre sus enemigos, culminando en el glorioso establecimiento de la Iglesia como su santo templo. Los capítulos 12-22 tienen que ver con la victoria de la Iglesia sobre sus enemigos, terminando con su glorioso establecimiento como el santo templo de Dios. Así, la segunda mitad del libro de Apocalipsis cubre en gran medida el mismo terreno que la segunda, pero desde una perspectiva diferente. Milton S. Terry comenta: "La Parte 1 ha revelado al Cordero de Dios bajo varios símbolos, glorioso en poder, que abre el libro de los divinos misterios, vengando a los santos martirizados, y mostrando los terribles juicios destinados a sobrevenirles a los enemigos de Dios. Todo es contemplado como desde el trono del Rey en el cielo, que envía sus ejércitos y destruye los desafiantes asesinos de sus profetas y quema su ciudad (comp. Mat. 22:7)".
"La Parte 2 revela a la Iglesia en conflicto con principados y potestades mundiales, sobreviviendo a toda persecución, y triunfando por la palabra de su testimonio, y, después de que Babilonia la ramera cae y desaparece de la vista, apareciendo como la Esposa del Cordero, el tabernáculo de Dios con los hombres, gloriosa en su belleza e imperecedera como el trono de Dios". 1
Así, aunque hay un progresivo desarrollo hacia un clímax en la segunda mitad de Apocalipsis, también veremos tanto una repetición de conceptos familiares como una diversidad en la presentación de ellos, un mecanismo usado a menudo por los profetas bíblicos (véanse ejemplos de esto en Gén. 37:5-11; 41:18-25, 32; Dan. 2, 7). "El gran dragón escarlata (12:3) no debe ser considerado como diferente del ángel del abismo (9:11). Los ciento cuarenta y cuatro mil sobre el monte de Sión (14:1) son los mismos que los israelitas sellados de 7:4-8. Las siete últimas plagas (caps. 15 y 16) corresponden notablemente a las siete trompetas de la destrucción. 'Babilonia la grande' es la misma que la gran ciudad donde el Señor fue crucificado (11:8 ), y la nueva Jerusalén, llena de la gloria de Dios y del Cordero, no es sino otro símbolo del templo de Dios en el cielo (11:19"). 2


Este punto en la profecía, por lo tanto, es algo así como un nuevo comienzo; y para mostrar el conflicto entre Satanás y la Iglesia, Juan regresa al principio, al nacimiento de Cristo y a los infructuosos intentos de Satanás por destruirle, terminando con la victoriosa ascensión de Cristo al cielo. Esto prepara el escenario para, y revela el origen y el significado de, la persecución de Satanás contra la Iglesia cristiana por todo el mundo. La lucha será feroz y sangrienta; pero Satanás ya está condenado, pues Cristo está reinando desde su trono celestial, y su pueblo está destinado a obtener una completa victoria sobre la base de la obra de Cristo y a través de su propia proclamación, fiel y valiente, del evangelio.
La Serpiente y la Simiente de la Mujer (12:1-6)

1 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.
2 Y estandoencinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.
3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas;
4 y su sola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba pàra dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.
5 Yella dio a luz a un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.
6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días.

1-2 De salida, Juan nos alerta de que debemos prestar cuidadosa atención al tema de esta visión, porque aquí el símbolo de la mujer es una gran señal.3 Los "literalistas" quieren que el uso de este término implique que "la mayor parte de Apocalipsis debe ser tomado literalmente". 4 Pero esto es no ver el punto. Juan no está diciendo que este pasaje, en contraste con el resto del libro, es una "señal", porque él ya nos ha dicho que el libro entero
está compuesto de "señales" (1:1). El punto aquí es que ésta es una gran señal, un símbolo importante, central en la interpretación de la profecía como un todo. Juan está diciendo a sus lectores que piensen cuidadosamente en el significado bíblico de la señal.

Este símbolo central es una mujer, 5 una imagen bíblica familiar para la iglesia, el pueblo de Dios. (Específicamente, como veremos, la mujer aquí representa a la Iglesia en la forma del Israel del antiguo pacto). Los primeros lectores de Juan en seguida habrían pensado en anteriores usos proféticos de la mujer para representar a la Iglesia (véase, por ej., Isa. 26; 49-50; 54; 66; Jer. 3-4; Lam. 1; Eze. 16; Ose. 1-4; Miq. 4). Algunos de los pasajes proféticos sobre la Iglesia-mujer no son particularmente halagadores, porque Israel había descendido a menudo al adulterio con dioses paganos. Pero el símbolo en Apocalipsis 12 es una visión gloiosa de la Iglesia en su pureza, como la esposa de Dios: Ella está, a la imagen de su Esposo (Sal. 104:2; Apoc. 1:16; 10:1), vestida (la misma palabra que en 10:1) de sol (comp. Isa. 60:1-2). La luna bajo sus pies y su corona de doce estrellas realzan el cuadro de gloria y dominio - en realidad, de su ascenso de gloria en gloria (1 Cor. 15:41; 2 Cor. 3:18). Salomón proclama que la Esposa es "de desear, como Jerusalén; imponente como ejércitos en orden" (Cant. 6:4); ella

se muestra como el alba,
hermosa como la luna,
esclarecida como el sol,
imponente como ejércitos en orden. (Cant. 6:10)

Esta mujer, dice Juan, es la Madre de Cristo: Ella aparece encinta (la misma expresión griega que se usa en relación con la Virgen María en Mateo 1:18, 23), llevando en su matriz al Mesías que está destinado a "regir las naciones con vara de hierro" (v. 5). La imagen de la Mujer/Madre tiene sus orígenes en el mismísimo Jardín de Edén y el protoevangelio - la primera proclamación del evangellio, en la cual Dios reveló que por medio de la mujer vendría el Redentor para aplastar la cabeza de la Serpiente (Gén. 3:15). La imagen luego se convierte en un motivo regular en el desenvolvimiento de los propósitos de Dios para con Israel. Un ejemplo familiar ocurre en la historia de Jael y Sísera, que cuenta cómo el enemigo del pueblo de Dios es destruido, su cabeza aplastada, por una mujer (Judit 4:9, 17-22; 5:24-27; comp. la muerte de Abimelec en Jud. 9:53). Este es también un tema principal en la historia de Ester y su liberación de Israel. El cumplimiento definitivo de esta profecía tuvo lugar en el nacimiento virgen, como lo reconoció claramente María:
Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre. (Luc. 1:51-55).

La profecía de Isaías de la Virgen Madre es el trasfondo bíblico específico para la visión de Juan de la mujer, como explica Philip Carrington: "La palabras exactas son extraídas, no de cualquier mito pagano, sino del profeta Isaías. Habló también Jehová a Acaz, diciendo: Pide para tí señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto (7:10-11); o, para traducirlo a lenguaje juanino, o en el abismo o en el cielo. En Isaías el lenguaje parece puro floreo retórico; pero es obviamente el origen de la Señal en el Cielo de Juan".

"Esto queda perfectamente claro por lo que sigue en Isaías. El rey rehusa pedir la señal, e Isaías replica: El Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel [7:14]. Las palabras de Juan son simplemente una cita del anterior profeta: Apareció en el cielo una gran señal, una mujer... encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. Más que esto, Juan nos ha dado una traducción mucho más fiel al hebreo que nuestra Versión Autorizada, que está influida por la Septuaginta; la traducción griega dice, en realidad: Una virgen concebirá, pero el hebreo original sólo dice: Una mujer está encinta, y Juan nos lo ha entregado con exactitud. Y, lo que es más, las palabras: Clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento, vienen también de Isaías (26:17)".
"Por lo tanto, Juan está anunciando el nacimiento del niño, el rey guerrero, predicho por ... Isaías". 6

Así, Juan junta todas las imágenes de la mujer en la Biblia para este retrato compuesto de la comunidad del pacto, de parto para dar a luz al Mesías: Es Eva, la madre de todos los vivientes, cuya Simiente aplastará la cabeza del dragón; es también Sara, Rebeca, Raquel, Jocabed, Ana, y las otras mujeres del pacto que dieron a luz a libertadores, antepasados de la Simiente; es la Virgen María, a través de la cual encontraron su cumplimiento las promesas hechas a los padres. Pero esta gran figura cósmica no puede ser identificada simplemente con ninguna de estas mujeres; más bien, cada una de ellas individualmente personificaba y presentaba delante del mundo una faceta diferente del significado de la mujer, reflejando los dolores de parto de la Iglesia para dar a luz al Mesías:

Como la mujer encinta cuando se acerca el alumbramiento gime y da gritos en sus dolores, así hemos sido delante de tí, oh Jehová. (Isa. 26:17).
A medida que la revelación profética progresa en la Escritura, se hace más y más claro que la Iglesia del Nuevo Pacto gime en dolores para dar a luz al Cristo (comp. Miq. 4:9-5:9): Él era la promesa básica del pacto abrahámico. Esto es lo que Israel esperaba, gimiendo y en dolor a través de su existencia. Este es el significado más esencial de la historia de Israel, aparte de

la cual no tiene ningún significado: el alumbramiento del niño-hombre (comp. Juan 16:20-22), el Salvador del mundo. Desde el protoevangelio hasta el diluvio, desde el pacto abrahámico a través de la esclavitud en Egipto, el Éxodo, el establecimiento en Canaán, el cautiverio babilónico, el regreso del exilio, y el sufrimiento bajo los griegos y los romanos, Israel estaba en el proceso de dar a luz al Cristo, para traer la era mesiánica.

En medio de las luchas de la Iglesia, por lo tanto, ella clamó. Este verbo (krazo) tiene un significado especial en las Escrituras, donde se usa generalmente como juramento o la solemne proclamación de la revelación de Dios; se usa a menudo para referirse a los siervos de Dios que hablan en presencia de la oposición. 7 Aquí se refiere a la declaración oficial de la Palabra de Dios por parte de la Iglesia, la profecía que ella pronunció durante el parto. Esta era la esencia de toda la revelación profética, para dar testimonio al Cristo (Juan 5:39, 45-46; Luc. 24:25-27; Hechos 3:24; 13:27).

Es importante reconocer la relación de todo esto con el muy obvio simbolismo astronómico en el texto. La palabra que Juan usa para señal era el término usado en el mundo antiguo para describir las constelaciones del Zodíaco; el modelo de Juan para esta visión de la iglesia es la constelación de Virgo, que en efccto tiene una "corona" de doce estrellas. 8 Parece probable que las doce estrellas también representen los doce signos del Zodíaco, considerados, desde los tiempos antiguos, como símbolos de las doce tribus de Israel; en el famoso sueño de José, su padre, su madre, y las doce tribus estaban simbolizados por el sol, la luna, y doce estrellas o constelaciones (Gén. 37:9). 9 Ya hemos visto cómo la divina disposición de las tribus de Israel alrededor del Tabernáculo (Núm. 2) correspondía al orden zodiacal de las constelaciones. 10 La séptima trompeta de 11:15 nos trajo a Rosh Hashanah: el Día de las Trompetas, el día primero del mes séptimo, el primer día del nuevo año, el día de la entronización del Rey de reyes en la nueva creación. La afirmación de que Virgo está "coronada" por las doce constelaciones, "significa, por lo tanto, que ella es la única entre las doce que reina en ese momento", es decir, durante el mes séptimo, de la misma manera en que "las garras de Escorpión parecen estar a punto de atrapar a la Virgen". 11 En términos de simbolismo astral, por lo tanto, el nacimiento del Mesías tiene lugar en el Día de las Trompetas.

Es interesante que, siguiendo varias líneas de evidencia muy convincente, el Prof. Ernest Martin limita, cuidadosa y esmeradamente, la fecha probable del nacimiento de Cristo a algún momento en septiembre del año 3 a. C. 12 Martin añade luego el escarchado sobre el pastel: "En el período del nacimiento de Cristo, el sol entró a la posición de la cabeza de la Mujer más o menos en agosto 13, y salió de sus pies más o menos en octubre 2. Pero el apóstol Juan vio la escena cuando el sol 'viste' o 'adorna' a la Mujer. Esto seguramente indica que la posición del sol en la visión estaba ubicada en algún punto de la mitad del cuerpo de la Mujer - entre el cuello y las rodillas. (Difícilmente se podría decir que el sol 'vestía' a la Mujer si estaba situado en su rostro o cerca de sus pies).

"El único momento del año en que el sol podría estar en una posición para 'vestir' a esta Mujer celestial (para estar en la mitad del cuerpo) es cuando está situado más o menos entre 150 y 170 grados a lo largo de la elíptica. Este 'vestir' a la mujer por el sol ocurre en un período de 20 días cada año. Este período de 20 grados podría indicar el momento general en que Cristo nació. En el año 3 a. C., el sol habría entrado en esta región celestial como el 27 de agosto y salido de él como el 15 de septiembre. Si, en el libro de Apocalipsis, Juan está asociando el nacimiento de Cristo con el período en que el sol está en la mitad del cuerpo de la Mujer, entonces Cristo habría tenido que nacer dentro de ese período de 20 días. Desde el punto de vista de los magos (que eran astrólogos), esto habría sido la única señal lógica bajo la cual el Mesías judío podría haber nacido - especialmente si habría de nacer de una virgen. Aun hoy, los astrólogos reconocen que la señal de Virgo es la única que hace referencia a un gobernante mesiánico mundial que habría de nacer de una virgen....

"Pero hay una manera de llegar a una fecha mucho más cercana al nacimiento de Cristo que un simple período de 120 días. La posición de la luna en la visión de Juan podría ubicar la natividad con aproximación de un día - quizás con aproximación de una hora o menos. Esto puede parecer absurdo, pero es completamente posible.


"La clave es la luna. El apóstol dijo que ésta estaba 'bajo sus pies' [de la mujer]. ¿Qué significa la palabra 'bajo' en este caso? ¿Significa que la mujer de la visión estaba de pie sobre la luna cuando Juan la observaba, o significa que sus pies estaban posicionados ligeramente por encima de la luna? Juan no nos lo dice. Sin embargo, esto no es de mayores consecuencias al usar la luna para responder nuestra pregunta porque sólo implicaría una diferencia de uno o dos grados. Puesto que los pies de Virgo la Virgen representan los 7 últimos grados de la constelación (en el tiempo de Cristo esto habría sido entre 180 y 187 grados a lo largo de la eclíptica), la luna debe ser posicionada en algún punto por debajo de ese arco de 7 grados. Pero la luna también tiene que estar en esa posición exacta cuando el sol está a medio cuerpo de Virgo. En el año 3 a. C., estos dos factores coincidieron con precisión durante menos de dos horas, observados desde Palestina o Patmos, el 11 de septiembre. La relación comenzó aproximadamente a las 6:15 p. m. (puesta de sol) y duró hasta alrededor de las 7:45 p. m. (puesta de la luna). Éste es el único día en el año entero en que esto pudo haber tenido lugar". 13

Un beneficio adicional: La puesta de sol el 11 de septiembre del año 3 a. C. fue el comienzo de Tishri 1 en el calendario judío - ¡Rosh Hashanah, el Día de las Trompetas! 14 Martin resume: "El tema central del Día de las Trompetas es claramente el de la entronización del gran Rey de reyes. Así entendía el día por lo general el judaísmo primitivo - y ciertamente es como lo entiende el Nuevo Testamento. En Apocalipsis 11:15, el séptimo ángel toca su trompeta, y los reinos de este mundo vinieron a ser los de Cristo. Esto sucede en el momento en que se ve una mujer en el cielo con doce estrellas alrededor de su cabeza y el sol a medio cuerpo de ella, con la luna bajo sus pies. Esta es claramente una escena de luna nueva para el Día de las Trompetas". 15
3 Juan ve otra señal ... en el cielo: un gran dragón escarlata. Como explica en el versículo 9, el dragón no es otro que "la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás", el enemigo de Dios y de su pueblo. Juan lo revela como el poder detrás de los tronos imperiales del mundo antiguo, que perseguían a la Iglesia; porque, como los cuatro imperios-bestias de la profecía de Daniel, el dragón tiene siete cabezas y diez cuernos: las bestias de Daniel tenían siete cabezas en total (la tercera bestia tenía cuatro), y la cuarta bestia tenía diez cuernos (Dan. 7:3-7). Babilonia, Medo-Persia, Grecia, y Roma eran todas etapas del intento del dragón por establecer su imperio ilícito en todo el mundo. (Así, el significado de las siete cabezas no es simplemente que el dragón es difícil de matar, sino más bien que se identifica con las terribles bestias de la visión de Daniel; comp. las "cabezas" del dragón en Sal. 74:13-15). Él era la gran bestia, de la cual ellos tenían sólo imágenes parciales. Es él quien había sido el antiguo enemigo del pueblo de Dios. En todas las luchas de Israel contra las bestias, a través de todos los intentos de los imperios humanos por destruir la Simiente del Pacto, el dragón había sido su enemigo. Llevaba puestas las diademas de los imperios perseguidores.

¿Por qué es representado el diablo como un dragón? Para entender esto, debemos considerar la teología bíblica de los dinosaurios, que está sorprendentemente bien detallada. Aunque la Biblia sí habla de dinosaurios terrestres (comp. el behemot de Job 40:15-24), 16 nuestra atención en esta ocasión se centrará en dragones y serpientes marinas (comp. Job 7:12; 41:1-34). 17 Esencialmente, como parte de la buena creación de Dios (véase Gén. 1:21: monstruos marinos), no hay nada "malo" en estas criaturas (Gén. 1:31; Sal. 148:7), sino que, a causa de la caída, son usados en las Escrituras para simbolizar al hombre rebelde en la cúspide de su poder y de su gloria.
En las Escrituras se habla de tres clases de dragones: Tannin (dragón; Sal. 91:13), leviatán (Sal. 104:26), y rahab (Job 26:12-13). 18 La Biblia relaciona cada uno de estos monstruos con la serpiente, que representa el enemigo sutil, engañoso, del pueblo de Dios (Gén. 3:1-5, 13-15). Así, para demostrar la divina victoria y dominio sobre la rebelión del hombre, Dios convirtió la vara de Moisés en una "serpiente" (Éx. 4:1-4), y la vara de Aarón en un "dragón" (tannin; Éx. 7:8-12). Por lo tanto, en la Escritura, el dragón/serpiente se convierte en símbolo de la cultura pagana rebelde, inspirada por Satanás (comp. Jer. 51:34), especialmente ejemplificada por Egipto en su guerra contra el pueblo del pacto. Esto es particularmente cierto con relación al monstruo Rahab (que significa el orgulloso), que a menudo es sinónimo de Egipto (Sal. 87:4; 89:10; Isa. 30:7). En Éxodo, la liberación del pueblo de Dios, una liberación que dio lugar al pacto, se describe en términos tanto de la creación original como del triunfo de Dios sobre el dragón:
Despiértate, despiértate, vístete de poder, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ¿No eres tú el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón? ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino la profundidades del mar para que pasaran los redimidos? (Isa. 51:9-10)

La Biblia también habla del Éxodo como salvación de leviatán:
Dividiste el mar con tu pode; quebraste cabezas de monstruos en las aguas. Magullaste las cabezas del leviatán, y lo diste por comida a los moradores del desierto. (Sal. 74:13-14)
Así, en cumplimiento provisional de la promesa de Edén, la cabeza del dragón fue aplastada cuando Dios salvó a su pueblo de Egipto. Por supuesto, la herida en la cabeza se sanó, y el dragón (acompañado por el estado-dragón hecho a imagen suya) repetidamente regresó para atormentar y perseguir a la Simiente de la mujer. Esto ocurre una y otra vez en todo el Antiguo Testamento, que registra numerosos aplastamientos provisionales de la cabeza del dragón (Jue. 4:21; 5:26-27; 9:50-57; 1 Sam. 5:1-5; 17:49-51; 2 Sam. 18:9; 20:21-22; Sal. 68:21; Hab. 3:13). En términos de esto, los profetas esperaban la definitiva derrota venidera del dragón en la obra de Cristo. Isaías vio a Israel como una mujer encinta, retorciéndose y clamando en sus dolores de parto, esperando que naciera el Libertador (Isa. 26:17-21; el versículo siguiente dice:

En aquel día Jehová castigará con su espada dura, grande y fuerte al leviatán serpiente veloz, y al leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar (Isa. 27:1)
Daniel repite la misma idea en lo que podría llamarse su "comentario" sobre el relato de Moisés de la creación en Génesis 1. Escribiendo acerca del quinto y sexto días de la creación, Moisés había dicho que Dios creó 19 "los grandes monstruos marinos" (tannin), y "ganado" (behemoth) en la tierra (Gén. 1:20-25); pero éstos fueron sucedidos por el hombre, el cual, hecho a imagen de Dios, fue creado para que señoreara sobre las criaturas (Gén. 1:26-28). Daniel 7 expande simbólicamente esta idea mostrándonos una serie de bestias - los poderosos y terribles poderes mundiales que ejercieron dominio impío sobre la tierra (v. 18). Pero Daniel ve que el reino de ellos es sólo "por cierto tiempo" (v. 12); y, mientras sigue mirando, las visiones terminan con el Anciano de días entregando el dominio al Hijo del Hombre, el segundo Adán - "dominio eterno, que nunca pasará" (v. 13-14), porque Él es la última Obra de Dios.

4 La cola del dragón arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo. Juan está capitalizando el hecho de que el escorpión, con el cual está asociado el dragón/serpiente, 20 "tiene un tercio de las estrellas (zodiacales) en la cola, porque cuatro de los doce signos vienen tras él". 21 ¿Y la afirmación de que las arrojó sobre la tierra? Eso, como observa Farrer correctamente, "es teología, no astronomía". 22 Juan ya ha asociado estrellas con ángeles, una conexión bíblica familiar (véase comentarios sobre 1:20); ahora describe simbólicamente la caída de Satanás y los ángeles malos, un evento relatado en lenguaje más directo en 2 Pedro 2:4, Judas 6, y el comentario del propio Juan sobre su alegoría en el versículo 9. Las "estrellas" del dragón son los ángeles caídos, que se unieron a él en rebelión.


¿Por qué arrastra el dragón la tercera parte de los ángeles? Primero, esta es la forma en que los juicios-trompetas son lanzados (comp. 8:7-12; 9:15, 18). Cristo es el primogénito; la porción de los dos tercios (comp. Deut. 21:17) está reservada para Él y para su reino. Segundo, el principio bíblico de los dos testigos posiblemente esté implicado también (Juan usa algo de lenguaje de tribunal en este capítulo): Por cada testigo falso que Satanás puede presentar contra el pacto, Dios tiene dos ángeles de su lado; el informe malvado queda más que anulado por el testimonio que Dios y sus ángeles pueden proporcionar.

La meta del dragón es hacer abortar la obra de Cristo, devorarlo y matarlo. Así que el dragón se paró delante de la mujer para devorar a su Hijo tan pronto naciera. Nuevamente Juan usa la astronomía para propósitos alegóricos; porque, como hemos visto, el momento en que el sol está "vistiendo" a Virgo es justamente cuando las garras del escorpión parecen estar a punto de atraparla; 23 y efectivamente, parece cernirse, listo para saltar sobre su Hijo tan pronto nazca. Este conflicto entre Cristo y Satanás fue anunciado en Génesis 3:15, la guerra entre las dos simientes, la Simiente de la mujer y la simiente de la serpiente. Desde el primer libro de la Biblia hasta el último, ésta es la guerra básica de la historia. El dragón está en guerra contra la mujer y su Simiente, primariamente Jesucristo. A través de toda la historia, Satanás ha estado tratando, o de impedir que Cristo naciera, o de matarlo tan pronto naciera. Por esto mató Caín a Abel , bajo la inspiración del dragón: El ataque contra Abel era un intento de destruir la Simiente. No tuvo éxito, porque Eva luego dio a luz a Set, Sustitución, "en lugar de Abel" (Gén. 4:25), y la Simiente fue preservada en él. La siguiente táctica de Satanás fue corromper la línea de Set; así, diez generaciones después de Adán, casi todos los descendientes de Set apostataron a través del matrimonio con los paganos (Gén. 6:1-12, y la tierra entera se corrompió, salvo por un hombre justo y su familia. La ira insensata de Satanás para atacar a la Simiente era tan grande que el mundo entero fue destruido, pero él fracasó. La Simiente fue preservada dentro de una sola familia en el arca.

El dragón trató nuevamente de asesinar la Simiente, por medio de sus ataques contra la familia de Abraham. En dos ocasiones, Satanás intentó hacer que Sara fuera violada por un rey pagano (Gén. 12:10-20; 20:1-18); lo intentó nuevamente con Rebeca (Gén. 26:1-11). La enemistad dragoniana contra la Simiente es manifiesta también en la enemistad de Esaú contra Jacob, una lucha entre las dos simientes que comenzó en la matriz (Gén. 25:22-23). Podemos ver también los intentos de Satanás por estorbar la Simiente en el pecaminoso plan de Isaac [sic] para quitarle a Jacob, mediante engaño, su herencia divinamente asignada (Gén. 27). Nuevamente, cuando los hijos de Israel estaban en Egipto, el dragón trató de destruir la Simiente haciendo matar a todos los niños varones (Éx. 1). Quinientos años más tarde, la Simiente la portaba un muchacho pastor, y nuevamente atacó el dragón, en dos ocasiones inspirando a un rey poseído por un demonio para que le arrojara una lanza (1 Sam. 18:10-11). De hecho, la maquinaria entera del reino de Saúl se puso en movimiento sólo para tratar de matar a David (1 Sam. 18-27). De manera similar, la malvada reina Atalía "destruyó toda la simiente real de la casa de Judá" (2 Crón. 22:10), pero la Simiente fue preservada en la persona del bebé Joás. Amán, el malvado primer ministro de Persia, habría tenido éxito en su intento de desencadenar una masacre a gran escala para destruir a todos los judíos, de no haber sido por el valor y la sabiduría de la reina Ester (Ester 3-9). El ejemplo más notorio de esta norma a gran escala ocurre durante la historia de Israel, desde el Éxodo hasta el Exilio: la perenne y consistente tentación del pueblo del pacto de asesinar a su propios hijos, de ofrecerlos a los demonios como sacrificio (Lev. 18:21; 2 Rey. 16:3; 2 Crón. 28:3; Sal. 106:37-38; Eze. 16:20). ¿Por qué? Era la guerra de las dos simientes. El dragón estaba tratando de destruir a Cristo.


Esta norma alcanza un dramático clímax al nacimiento de Cristo, cuando el dragón posee al rey Herodes, el gobernador idumeo de Judea, y lo inspira para que masacre a los niños de Belén (Mat. 2:13-18); en realidad, la visión de Juan de la mujer, el niño, y el dragón parece casi una alegoría de ese suceso. El dragón lo intentó otra vez, por supuesto; tentando al Señor (Luc. 4:1-13), tratando de hacer que lo mataran (Luc. 4:28-29), sometiéndole a la opresión humana y demoníaca durante su ministerio, entrando en posesión de uno de los discípulos de mayor confianza para que le traicionase (Juan 13:2, 27), y finalmente organizando su crucifixión. Aún entonces - más bien, especialmente entonces - el dragón fue derrotado, porque la cruz fue la manera en que Dios hizo que Satanás contribuyera a que se cumplieran los propósitos de Él, según Su sabiduría - "la sabiduría oculta, que Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria" (1 Cor. 2:7-8 ). Al herir el calcañar de la Simiente, la cabeza de la serpiente fue aplastada.


5 Y dio a luz un hijo varón (comp. Isa. 66:7-8 ) que regirá a todas las naciones con vara de hierro. Juan regresa a Salmos 2, uno de sus textos favoritos, para explicar su simbolismo. El Hijo es, obviamente, Cristo Jesús, la Simiente de la mujer, el niño de la virgen, nacido de Israel para regir las naciones. En este versículo, Juan resume la historia del ministerio terrenal de Cristo, afirmando (como si hubiese ocurrido todo a la vez) que el Hijo fue arrebatado a Dios a y a su trono. Es como si la encarnación de Cristo hubiese conducido directamente a su ascensión al trono de gloria. El propósito de Juan no es empequeñecer la expiación y la resurrección, sino subrayar que el Ungido del Señor escapa por completo al poder del dragón; y debemos notar que el orden de Juan sigue al de Salmos. Hablando de su exaltación al trono celestial, el Cristo dice:


Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. 24 Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarería los desmenuzarás. (Sal. 2:7-9).
"El salmo hace del nacimiento celestial del Mesías uno con su entronización; si es engendrado por Dios, reina". 25 A pesar de todo lo que hace el dragón, la Simiente es arrebatada al trono y ahora rige las naciones con vara de hierro, tal como si hubiese pasado directamente de la encarnación al trono; Satanás no tenía poder para detenerlo. La ascensión era la meta del advenimiento de Cristo.

6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios. Como será evidente más adelante, la huída de la mujer al desierto es una representación de la huída de los judeo-cristianos de la destrucción de Jerusalén, así que la ira del dragón se agota en el Israel apóstata, más bien que en el Israel fiel. Mientras ella está en el desierto, la mujer es alimentada por mil doscientos sesenta días, 26 un período equivalente al "tiempo, y tiempos, y medio tiempo" (3 1/2 años) del versículo 14, y relacionado simbólicamente con los 42 meses/1.260 días de 11:2-3 y 13:5. Vimos en 11:2 que las Escrituras usan esta terminología para hablar de un período limitado de maldad ascendente, triunfante, un período de ira y juicio debido a la apostasía del pacto. Por lo tanto, durante este tiempo, cuando Satanás parece ser dominante, la Iglesia está protegida. La huída de la mujer al desierto evoca asociaciones con la permanencia de Elías en el desierto durante los tres años y medio de sequía, cuando fue milagrosamente alimentado por cuervos (1 Reyes 17:3-6); de manera similar, dice Juan, la huída de la mujer no significa el abandono de Dios, sino más bien su amante provisión. La fiel Esposa tiene un lugar preparado por Dios (comp. 2 Sam. 7:10; 1 Crón. 17:9; Juan 14:2-3). La encomienda a sus mensajeros (Sal. 91:11-13) y la envía al desierto para que ellos puedan alimentarla. Juan también quiere que pensemos, como veremos más abajo, en la huída de Israel al desierto de delante del dragón egipcio; y en la huída de la Virgen María a Egipto, para escapar de la ira asesina del rey Herodes (Mat. 2:13-21).
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MensajeTema: Re: LA GUERRA SANTA - David Chilton   LA GUERRA SANTA - David Chilton Icon_minitimeMiér Ago 31, 2011 3:18 am


¡Que largo aporte!.....¿quien será capaz de leerlo?
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MensajeTema: Re: LA GUERRA SANTA - David Chilton   LA GUERRA SANTA - David Chilton Icon_minitimeMiér Ago 31, 2011 12:39 pm

José Héctor:

Corregí en tu escrito la carita que sale una vez que escribes: 8 seguido de ) paréntesis: Cool Es un código de esta carita o emoticón. La manera de evitarla es dejando un espacio entre el 8 y el paréntesis. Así pues para escribir (Génesis 2:8 ) dejo un espacio luego del ocho para que no salga (Génesis 2:Cool
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MensajeTema: Re: LA GUERRA SANTA - David Chilton   LA GUERRA SANTA - David Chilton Icon_minitimeJue Sep 01, 2011 6:56 pm

-Alabanza dijo:¡Que largo aporte!.....¿quien será capaz de leerlo?

-Respuesta:aqui lo podrás observar con más detenimiento y pausadamente,(jejejejeje).

-Voz en el desierto dijo:Corregí en tu escrito la carita que sale una vez que escribes: 8 seguido de ) paréntesis:

-Aqui mp te saldrán emoticonos,(jejejeje).


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MensajeTema: Re: LA GUERRA SANTA - David Chilton   LA GUERRA SANTA - David Chilton Icon_minitimeJue Sep 01, 2011 9:12 pm

Josè Hèctor: Debemos colocar la fuente cuando publicamos un texto que no nos pertenece; no hacerlo, dejará ver que pretendemos hacer ver que el texto es nuestro. Es muy fácil darse cuenta cuando esto ocurre, ya que con un simple copy paste en un buscador se queda en evidencia. No creo haya sido tu intención engañar a nadie pues el estilo habla por sí solo y eso bien lo sabes. De hecho, yo dije: "tu escrito" cuando aclaraba de del emoticón. Es evidente que Alabanza tuvo razón al aludir la difícil lectura por lo extenso...
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MensajeTema: Re: LA GUERRA SANTA - David Chilton   LA GUERRA SANTA - David Chilton Icon_minitimeDom Sep 04, 2011 2:53 am

Alabanza escribió:

¡Que largo aporte!.....¿quien será capaz de leerlo?



Poco a poco lo puede leer, no hay prisa, puede leer 1/4 parte hoy y lo continua otro dia, no quise ponerlo por partecitas pero en la proxima lo hare asi para que no se vea tan dificil de procesar.
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MensajeTema: Re: LA GUERRA SANTA - David Chilton   LA GUERRA SANTA - David Chilton Icon_minitimeDom Sep 04, 2011 2:57 am

Voz en el desierto escribió:
Josè Hèctor: Debemos colocar la fuente cuando publicamos un texto que no nos pertenece; no hacerlo, dejará ver que pretendemos hacer ver que el texto es nuestro. Es muy fácil darse cuenta cuando esto ocurre, ya que con un simple copy paste en un buscador se queda en evidencia. No creo haya sido tu intención engañar a nadie pues el estilo habla por sí solo y eso bien lo sabes. De hecho, yo dije: "tu escrito" cuando aclaraba de del emoticón. Es evidente que Alabanza tuvo razón al aludir la difícil lectura por lo extenso...



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