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 Los estilos o modas en la predicación

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Voz en el desierto
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MensajeTema: Los estilos o modas en la predicación   Los estilos o modas en la predicación Icon_minitimeJue Abr 10, 2008 8:01 am

Los estilos o modas en la predicación Predicador

Comencemos Dando gracias a Dios por su bondad y eterna gracia:

Señor, gracias por todo cuanto nos has prestado en
esta hermosa vida. Gracias por el aire que respiramos,
por el sol que nos da luz, por tanta cosa bella que nos
rodea. Amén.

A medida que pasan los años es lógico hallarnos con que todo va cambiando. La iglesia no escapa a estos cambios. Y así como entran nuevas costumbres y modas seculares, también llegan nuevos estilos y modos de conducirse; cuestión ésta que generalmente van marcando sus líderes. Recuerdo cuando, por allá en los años 70, comenzó el estilo “yiyista”. El estilo recatado de los predicadores se vio sorprendido con el modo más “suelto” y muy popular de Yiye Ávila. Pero viéndose el poder alrededor de sus campañas, tal estilo fue siendo imitado. Y en poco tiempo las iglesias se colmaron de imitadores del nuevo estilo, hasta emular también la voz y gestos del gran predicador. Antes del evangelista puertorriqueño, el estilo de las predicaciones era el de Billy Graham, Oral Roberts, Adrian Rogers y muchos otros, eran predicaciones tipo conferencia, muy académicas por decirlo de algún modo en las que subir la voz no llegaba al grito que es hoy muy usado mundialmente, salvo algunas excepciones como Benny Hinn, por ejemplo. El patrón a nivel del recinto de la iglesia era más o menos así: Se leía un texto bíblico y en base a éste se desarrollaba el sermón y al final se hacía el llamado al arrepentimiento. Hoy día es más usado el modo de llamar a los creyentes más que a los no conversos a pasar al altar. Sea cual sea el tema abordado, el predicador pide que pasen adelante y comienza a “ministrar” uno a uno hasta que logra que caigan al suelo. Si no lo hace de este modo, entonces siente que el sermón finalizó sin trascendencia. Es como si se hubiese descubierto que la única manera de recibir de Dios es estando muy cerca del predicador y que mientras se esté en la banca no recibirán. Ahora bien, esto debe tratarse con equilibrio, pues sí hay momentos en que debe pasarse adelante individualmente o en masa. A veces por confesarse delante de Dios o porque el Pastor o el predicador pida que toda la iglesia haga un acto especial de contrición perfectamente coherente y especial. Pero la mayoría de las veces es porque el predicador siente que si no lo hace así, no hay grandiosidad en el acto y tiene que inventar cualquier pretexto para el llamado al altar mecánicamente, porque esa es la moda. Por ejemplo, si el tema que desarrolló es sobre “El ser buenos mayordomos”, el diría: “Señor, Haznos buenos mayordomos. Yo quiero que ud. pase adelante y le diga esto al Señor, ¡venga!. A veces el predicador se queda quieto si alguno no pasa. En su equilibrio quizás se dice: “ese no pasará porque probablemente ya es un buen mayordomo”; pero hay otros que se inquietan y comienzan a decir cosas que “molesten” al que no pasó. He visto esto tantas veces ocurrir en esta nueva moda. Incluso, ya llegando el final, uno intuye el llamado obligatorio y, pasados unos minutos…ahí está. Aclaro: hay ocasiones en las que uno ve y siente que debe pasar y son perfectamente lógicos el llamado y su respuesta. En esas ocasiones, siempre paso adelante. Pero, siendo que todos los servicios los hacen terminar así, concluimos por ser selectivos.
El conferencista mexicano Armando Alducin, que dicho sea de paso, aún conserva el estilo de concluir con una oración y que cada uno reflexione y medite en su lugar de asiento sobre el tema desarrollado, ha hablado de este asunto. Una vez le escuché esta anécdota: “cuando pasé al altar, el predicador me impuso su mano y como no caí, me piso y me empujó para que lo hiciera”. Es más le dan órdenes a Dios diciendo: ¡Ya…tócalo ahora yaaaa…!

Ahora bien, el asunto es que se ha visto que actividad tras actividad la gente pasa por el mismo llamado una y otra vez, cuando se supone que en la primera vez algo debió pasar. Y el predicador dice: “ hasta hoy pasó esto, ya no más” y a los meses llama por lo mismo sin verificar si hubo cambios. ¿Entienden?. Es allí cuando se evidencia una moda más que un modo revelado, como sí lo hubo en el primero que usó este estilo y que la gente buscó copiar forzosamente. (Haría muy larga esta predicación si doy ejemplos de testimonios de grandes líderes que aprendieron de sus errores y que ellos mismos cuentan de que a Dios no se debe ni se puede forzar. Se los oí a Yiye Avíla, a Dante Gebel y otros)

¿Significa esto que entonces no debe imitarse un estilo, un método?. No necesariamente porque muchas de nuestras acciones son el reflejo de estilos y modos aprendidos. Sólo que debemos aplicarlos con conciencia según el caso y con la sabiduría de no pensar que si alguno no hace lo que digo, está en desobediencia o rebeldía. Ejemplo de copias indiscriminadas es aquello de “dígaselo al que está al lado” o “lancen un grito de júbilo” o repetir ¡Dios les bendiga! Cuando no escuchan que ud. ya dijo Amén o ¡digan amén! (no tomando en cuenta que la expresión amén implica una otorgación de los otros hacia lo que digo y no debe ser impuesta. Por eso es que con mayor acierto algunos predicadores dicen ¿Amén? Como preguntando ¿están de acuerdo?.

Hay una razón de mucho peso que ha hecho prevalecer esta última moda y es el “poder” demostrado en la actividad. Es decir, la gente ve que caen y entonces dicen: Si Dios se manifiesta debo inferir que todo está está bien hecho infaliblemente. Sobre este particular, debe analizarse mucho pues los errores que a lo largo de los tiempos entraron a la iglesia, fue por esta misma conclusión: había tanto poder visto en los líderes que se olvidaron de la condición del error humano. Conozco a un hombre que apenas dice la Palabra y la gente cae, y el me lo ha dicho: yo no sé como Dios me sigue usando si yo estoy en adulterio (para el momento que escribo esto, aún vive con otra joven que no es su esposa). Varias veces le escuché a Yiye Avila decir: “No sé como es eso pero conozco a un hombre que Dios continúa usándolo en poder y vive en adulterio”. Pienso que es como el médico en relación al medicamento: el médico administra el remedio pero lo que sana es la fórmula y si quien ministra lo hace en nombre de Jesús y tiene su don vocacional, se ven las obras de poder, independientemente de sus errores. En la Biblia está claro (Marcos 9: 38,40) cuando los apóstoles le dijeron al Señor que hallaron a uno echando fuera demonios en su Nombre, y el Señor les dijo: Déjalo, que el que es por mí, no es contra mí. El asunto es que ordenaba en su Nombre y salían. Por eso es que muchos se dieron cuenta que no tenían que traer a Yiye Ávila o Benny Hinn para ver los mismos desenlaces del poder de Dios, sino actuar como ellos lo hacían (incluyendo la oración y el ayuno). ¿No fue lo mismo que hizo Benny Hinn al ver a Kathyn Kuhlman, según el propio Benny relata?. Los poderes de Dios vistos en las ministraciones no tienen que ver con que el ministro esté “derecho” en todo. (Mt 7:21,23)

Concluyendo: No está mal seguir un patrón, pero usarlo en su justo momento y circunstancia exacta. Quienes no usan este recurso con moderación terminan por agotar el modelo que es bueno y necesario (sobre todo bien usado por los pastores) y termina siendo el remedio…peor que la enfermedad.


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