Prophecy Place (El lugar de la Profecía)
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 EL APOCALIPSIS DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS - Milton S. Terry

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Jose Hector Ruiz

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EL APOCALIPSIS DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS - Milton S. Terry  Empty
MensajeTema: EL APOCALIPSIS DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS - Milton S. Terry    EL APOCALIPSIS DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS - Milton S. Terry  Icon_minitimeSáb Sep 10, 2011 4:08 am

La enseñanza de Jesús concerniente al “fin del siglo” y al “Hijo del hombre viniendo en las nubes”, como aparece en Marcos 13, Mateo 24, y Lucas 21, parece haber sido presentada en los últimos días de su ministerio y en relación con una predicción de la destrucción del templo judío en Jerusalén. La profecía entera, tal como la presentan los informes de todos los evangelios sinópticos es mayormente de un carácter tan apocalíptico o escatológico que justifica el título de “apocalipsis de los evangelios”. Un cuidadoso análisis de su composición y una exposición de su ocasión, alcance, y significado son un preliminar necesario al estudio del Apocalipsis de Juan.

I. LAS DIFERENTES TEORÍAS DE INTERPRETACIÓN

La variedad de opiniones sobre este discurso escatológico es muy notable. Es difícil clasificar los diferentes puntos de vista. Quizás no haya ningún otro pasaje en cuya exposición podamos observar un mayor despliegue de prejuicio dogmático. Este último hecho es el principal obstáculo para un estudio calmado e imparcial de la profecía. Los racionalistas extremos, así como los arrogantes teólogos confesionales, han hecho tantas afirmaciones inadecuadas en cuanto a lo que Jesús pudo o no pudo haber tenido en mente, lo que sabía o lo que pudo haber sabido, que uno casi puede perder las esperanzas de llegar a algún consenso general. En consecuencia, el camino a una exposición científica queda obstruido hasta un punto en que es bastante descorazonador para el sobrio buscador de la verdad. Sin embargo, presentamos la siguiente exposición.

Se han empleado por lo menos tres hipótesis diferentes para explicar este pasaje. (1) Hay la que considera el discurso en su forma actual como una composición de materiales incongruentes. Se supone que los escritores de nuestros evangelios sinópticos interpretaron mal gran parte de lo que el Señor dijo, y que fundieron en un solo discurso varias declaraciones que originalmente fueron pronunciadas en ocasiones diferentes. (2) Otra clase de intérpretes encuentra en estas palabras de Jesús enseñanzas concernientes a dos acontecimientos enteramente diferentes, ampliamente separados en el tiempo, a saber, la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo. (3) Un tercer método de interpretación sostiene que la profecía entera puede ser explicada sencillamente hallando su cumplimiento en la destrucción del templo y la introducción del cristianismo en el mundo.

1. La hipótesis sobre elementos incongruentes y contradictorios nos llega en varias formas. Una clase de críticos afirma que el discurso contiene la substancia de un apocalipsis judeo-cristiano que desde muy temprano se confundió con los dichos tradicionales de Jesús. En consecuencia, una porción considerable de lo que aquí se atribuye a Jesús pertenece a un autor diferente. Kern nos dice que “este trozo de literatura ha de atribuirse, sin duda alguna, no a Jesús, sino a un cristiano judío que vivió hacia el fin del período apostólico y que, en vista de la inminente catástrofe del templo y de la santa ciudad, dedicó a los cristianos y a los judíos las revelaciones, los consejos, y el consuelo de Jesús, e hizo esto evidentemente de una sola vez y por escrito, no oralmente”. [1] Este autor considera evidente que esta composición data de aun antes del sitio de Jerusalén, y en esto discrepa con varios críticos que sostienen puntos de vista similares a los suyos pero que sostienen que el pasaje pertenece a un período posterior a la destrucción de la capital judía. Pero esta teoría de un documento anónimo judío o cristiano judío, que nuestros evangelios han incorporado sin reconocimiento y complicado con algunos dichos genuinos de Jesús, carece de toda prueba razonable, y obviamente es una mera conjetura casual. Ha creado más dificultades de las que presume resolver.

Otra forma de la hipótesis es la de que los evangelistas añadieron a las palabras de nuestro Señor algunas cosas que él no dijo. En el proceso de transmitir oralmente los muchos dichos de Jesús, ciertas ideas incongruentes se mezclaron con ellos, y se unieron tan estrechamente con ellos que, cuando los dichos se escribieron por primera vez, fue imposible separar la verdadera forma original de sus adiciones. El resultado es que no tenemos un informe exacto y digno de confianza de lo que Jesús dijo en la ocasión a la que se alude. Sin embargo, todo esto es pura teoría y, de acuerdo con los varios conceptos de los críticos, también podría aplicarse a otros dichos de Jesús que están registrados en los tres evangelios sinópticos.

Otra forma de la hipótesis, menos objetable, es la que permite la legitimidad de todos estos dichos de nuestro Señor, pero insiste en que han sido confundidos por los compiladores de nuestros evangelios, y que secciones enteras han sido insertadas fuera de su propia conexión. Mateo registra en 24:17, 23, 27, 28, 37, 40, 41 lo que Lucas refiere a una ocasión diferente (compárese con Lucas 17:20-37). Compárese también Mat. 24:43-51 con Lucas 12:39-46.

Desde luego, cualquier intento de discutir los contextos de las secciones paralelas en los evangelios tiene que habérselas con los resultados críticos del llamado “problema sinóptico”. Reconocemos el hecho de que la tradición más antigua de una compilación de dichos (logia, es decir, de Jesús), escrita en arameo por Mateo, está bien sustentada por la evidencia interna vista en el lenguaje y la estructura peculiares de nuestros actuales evangelios de Mateo y Lucas, y ha de ser considerada como una de las fuentes principales de estos dos evangelios. La misma tradición informa que el evangelio de Marcos fue escrito bajo la supervisión y el dictado de Pedro, y todo en el peculiar carácter de este evangelio parece estar en armonía con la hipótesis de este origen. He aquí, pues, por lo menos dos fuentes originales del contenido de los evangelios sinópticos. Que Marcos es mayor que nuestro actual Mateo, y fue usado en su compilación, puede admitirse en seguida, pero parece estar por decidirse si las logias o los dichos de Mateo no eran más antiguos que Marcos. Algunos sostienen que el autor del segundo evangelio tenía delante de sí las logias de Mateo y las usó ligeramente pero, como no era el propósito de ese evangelio incorporar largos discursos, se puede hallar en él muy poco de la obra de Mateo. Nuestro propósito queda satisfecho suficientemente al aceptar la ahora actual hipótesis de las fuentes principales, a saber, los dichos de Mateo y el evangelio de Marcos. No intentaremos establecer cuál de estas dos tiene prioridad. [2] Pero nuestro actual Marcos es el más antiguo de los evangelios sinópticos; el evangelio de Mateo es el siguiente en el tiempo, e incorporó los dichos originales en el marco histórico de Marcos. El evangelio de Lucas es el último de los tres, y usó los otros dos y también otras fuentes ahora desconocidas para nosotros.

Siendo así estas cosas, es simplemente una cuestión de crítica comparativa hasta qué punto es digno de confianza el discurso de Jesús, tal como está escrito en Marcos 13, como registro de lo que nuestro Señor dijo en la ocasión a la que se hace referencia. Es el único ejemplo de un discurso largo que se halla en el evangelio de Marcos. En lo principal, concuerda con Mateo 24 y Lucas 21. Hasta donde concuerdan los tres informes, es ciertamente el mejor autenticado de todos los discursos de duración similar que tenemos preservados en los sinópticos. Por consiguiente, consideramos como gran presunción insistir en que cualesquiera de los dichos que todos los tres sinópticos concuerdan en atribuir a Jesús en esta ocasión fueron insertados fuera de su contexto propio. Para que sea de valor, tal afirmación debe estar sustentada por el tipo más imperativo de evidencia. [3]

Nuestra opinión es (1) que, aparte de lo que es peculiar a Mateo y a Lucas, sólo Marcos 13 contiene todos los elementos de supuesta incongruencia en estos dichos escatológicos de Jesús, de modo que ninguna verdadera dificultad de esta clase es eliminada al quitar secciones que son peculiares a Mateo y a Lucas, ni son colocadas por ellos en un contexto diferente. Por ejemplo, podemos eliminar de Mateo 24 los pasajes (versículos 26-28 y 43-51) que Lucas asigna a otra ocasión (Lucas 17:22-37 y 12:39-46), y todas las verdaderas dificultades de la exposición continúan teniendo la misma fuerza plena. Afirmamos (2), además, que la parábola de las diez vírgenes en Mateo 25:1-13 y el sublime cuadro del juicio en Mateo 25:31-46, aunque no se hallan en ningún otro lugar, no contienen nada inconsistente con la enseñanza de lo que es común a todos los evangelios y nada fuera de lugar en el contexto en que lo encontramos. La parábola de los talentos es esencialmente equivalente en su doctrina a la de las minas (compárese con Lucas 19:13-27 y Mateo 25:14-30), y la lección sobre velar que se enseña en Mateo 25:1-13 está virtualmente expresada en imágenes similares en Lucas 12:35-37. (3) Además, mediante una exégesis válida, puede demostrarse que las palabras y frases que son peculiares a Mateo o a Lucas no son incongruentes con lo que está escrito en Marcos; y donde tenemos razón, como en Lucas 21:20, para creer que el escritor ha cambiado a propósito el lenguaje de los dichos en Mateo, del cual copió, no puede demostrarse que ha introducido nada que cambie materialmente el significado y el alcance del discurso como un todo.

Por consiguiente, nos atenemos a la conclusión de que ninguna re-disposición del material ni ninguna teoría de la composición de este discurso, que suponga que está compuesto de elementos incongruentes, ha logrado hasta ahora eliminar las dificultades de su exposición o proporcionar una explicación más satisfactoria de sus palabras. [4]

2. La hipótesis que supone que dos eventos diferentes, a saber, la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo, son el tema de esta profecía, llega a nosotros en dos formas. Ambas aceptan la legitimidad de los registros evangélicos y sostienen que los dos eventos se complementan entre sí; pero, para una clase de expositores, hay una línea divisoria entre lo que se refiere a la caída de Jerusalén y lo que se refiere a la futura venida de Cristo, mientras que, para la otra, no se reconoce ninguna línea divisoria, sino que el discurso entero se interpreta sobre la teoría de un doble sentido. Sin embargo, cuando una de las escuelas de interpretación trata de señalar la línea divisoria, hay tantas diferencias de opinión como hay intérpretes. Por ejemplo, en Mateo 24 y 25, Bengel y otros ponen la transición en 24:29; E. J. Meyer la pone en el versículo 35; Doddridge, en el versículo 30; Kuinoel, en el versículo 33; Eichhorn, en 25:14; y Wetstein, en 25:31. En vista de estas notables diferencias de juicio, otra clase de escritores rechaza todos los intentos de encontrar un punto de transición de un tema al otro, e imagina que el discurso entero puede tener un doble significado. Lange piensa que el gran futuro está representado en una serie de ciclos, cada uno de los cuales muestra a su manera el rumbo del mundo y sus varios juicios hasta el fin. [5] Alford dice que “dos interpretaciones paralelas corren a través de la primera parte (de Mateo 24) hasta el versículo 28, estando tanto la destrucción de Jerusalén como el juicio final envueltos en las palabras, pero predominando la primera en esta parte del capítulo. Desde el versículo 28, el tema menor comienza a ser absorbido por el mayor, y la segunda venida de nuestro Señor es el tema predominante, quizás con ciertas indicaciones arrojadas, por decirlo así, contra el evento inmediatamente en cuestión; hasta que, en la última parte del capítulo, y en la totalidad del siguiente, los temas son la segunda venida y, por fin, el juicio final que le sigue”. [6]

Apenas es necesario contradecir las suposiciones de un doble o un triple significado, como hemos explicado aquí. Podemos dejar que la exposición construida sobre ello caiga por su propio peso. En la actualidad, pocos lectores de los evangelios quedarán satisfechos con una teoría de la exégesis que hace a Jesús argumentar con sus discípulos en un doble sentido como éste; y en cuanto a los intentos por demostrar una línea divisoria entre lo que se refiere a la caída de Jerusalén y lo que se refiere a una venida de Cristo todavía futura, las notables diferencias de opinión en cuanto al punto de transición de un tema al otro son de una naturaleza que lo hace a uno sospechar de la hipótesis.

3. Queda la hipótesis que reconoce la unidad substancial del discurso y sostiene que todos estos dichos de Jesús soportan una explicación consistente y satisfactoria como de una profecía de lo que estaba en el futuro cercano cuando Él los pronunció. La destrucción del templo judío y el subsiguiente establecimiento del nuevo reino de Cristo en el mundo son el tema principal. Adoptamos esta hipótesis como la única explicación sostenible del lenguaje que todos los tres evangelistas sinópticos atribuyen a Jesús en la ocasión en que concluyó su enseñanza en el templo. [7] En cuanto a las porciones que son peculiares bien a Mateo o a Lucas, han de ser tratadas de acuerdo con su mérito intrínseco y su relevancia a la ocasión.

Esta interpretación tiene la ventaja de los hechos incuestionables de que tanto la decisiva eliminación del culto nacional judío como el triunfal establecimiento del cristianismo en el mundo datan de más o menos el fin del período apostólico. Era parte del orden divino del reino de Cristo que el evangelio se predicara primero a las naciones y se obtuviera un testimonio imperecedero entre los hombres antes del fin de la era antigua.
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